PERICARDITIS

 


El pericardio es una estructura sacular, cónica y fibroserosa que circunda al corazón y la raíz de los grandes vasos. Se localiza en el mediastino posterior tras el esternón y los cartílagos de la tercera  a la séptima costilla del hemitórax izquierdo.

 

Separa y aísla al corazón del contacto con los tejidos circundantes permitiendo la libertad del movimiento en los límites del espacio pericárdico. Las principales funciones fisiológicas son el mantenimiento del desempeño y eficiencia ventricular al  distribuir las fuerzas hidrostáticas, funciona como una membrana que proporciona la impermeabilidad y reducción de la fricción externa, además de actuar como un ligamento que fija  al corazón.

 

Las enfermedades del pericardio son de etiología sistémica o aislada, y así entonces, se pueden abordar como síndromes pericárdicos mismos que incluyen: pericarditis, derrame pericárdico,  taponamiento cardíaco y pericarditis constrictiva

 

La pericarditis es un trastorno común por su presencia en numerosos procesos mórbidos; la incidencia y prevalencia específica es desconocida, toda vez que el grueso de pacientes de bajo riesgo no son hospitalizados y existe un subregistro.

 

El rango de edad en que se presenta oscila de 41 a 60 años, su presentación es 2:1 en relación del hombre con la mujer, sin embargo, la mujer tiene más asociación con complicaciones. La mortalidad estimada de pericarditis aguda es baja, suele alcanzar hasta 1.1% de los casos.

 

La pericarditis aguda es un síndrome inflamatorio del pericardio que puede presentarse con o sin derrame, suele expresarse mediante dolor torácico referido al músculo trapecio, cuello, hombro y brazo ipsilateral, frote pericárdico y puede asociarse a disnea, taquicardia, tos y disfagia.

 

La pericarditis puede provocar cambios electrocardiográficos, elevación de biomarcadores inflamatorios y evidencia en imagen de inflamación pericárdica

 

Las causas de pericarditis se clasifican por su origen en infeccioso y no infeccioso. En los países occidentales la mayoría de los casos de pericarditis aguda son idiopáticos y asumidas como secuela postviral.

 En los países con economías emergentes la tuberculosis es la causa más común de pericarditis.

 

En la actualidad, ocurre un incremento en la presentación de síndromes de lesión postcardiaca tales como infarto agudo de miocardio, intervención coronaria percutánea, procedimientos electrofisiológicos o postpericardiotomía.

 

Las causas menos comunes  de pericarditis incluyen enfermedades autoinmunes, radiación torácica y cáncer activo.

 

La estratificación en etiología, gravedad y cronicidad del paciente con pericarditis permite identificar la probabilidad de complicaciones ulteriores. La complicación directa es la extensión inflamatoria al miocardio.

 

 Los factores de riesgo de extensión al miocardio incluyen: adolescencia, sexo masculino, fiebre, arritmia y elevación del segmento ST. Así también, deben sumarse al riesgo de desarrollar complicaciones las variables relacionadas al tratamiento, tales como uso temprano  de alta dosis de esteroide o falta de colchicina y las variables relacionadas al paciente, tales como una respuesta ineficaz a los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y los niveles elevados de proteína C reactiva (PCR) de alta sensibilidad o velocidad de sedimentación globular (VSG).

 

 

Observado el éxito de disminuir la mortalidad relacionada a la enfermedad cardiovascular, se abre el espacio para reconocer la morbilidad cardiovascular, y en ella, la pericarditis ocupa un papel  significativo al ser una enfermedad que puede conducir a eventos adversos inmediatos en la presentación clínica o ser incapacitante al persistir, recurrir o cronificarse.

 

La pericarditis aguda es la presentación más común de entre los síndromes pericárdicos, y cuando se trata con la medicación antiinflamatoria adecuada, la mayoría de los síntomas resuelven benignamente en días a semanas.

 

Reconociendo que en la pericarditis aguda hasta 15 % de los pacientes sufren compromiso miocárdico (miopericarditis) y 1-2 % desarrollarán taponamiento cardíaco, el manejo médico en el episodio agudo, hace la diferencia en la evolución de los pacientes con tales complicaciones

 

 

La importancia clínica pronóstica de la pericarditis consiste en determinar la probabilidad de que el paciente desarrolle complicaciones tras el episodio agudo, tales como: recurrencia, estado constrictivo o cronicidad. La identificación de causas subyacentes contribuye al acortamiento del curso de la enfermedad, así como a la resolución de derrame pericárdico o taponamiento cardíaco.

 

La pericarditis purulenta, tuberculosa y neoplásica tienen curso clínico complicado y en ocasiones con desenlace mortal.

 

La pericarditis tratada adecuadamente permite a la mayoría de los pacientes tener un curso benigno, aquellos que avanzan en complicaciones como la recurrencia o cronicidad pueden llegar a remisión, algunos otros pueden alcanzar estados incapacitantes y síntomas intratables con efectos adversos con el uso crónico de fármacos. 


Por la amplia gama de posibilidades de presentación de la pericarditis, existen numerosas clasificaciones, las más  referidas en la literatura son de acuerdo a:

  1. Tiempo de evolución.
  2.  Etiología.

 

Por su tiempo de evolución la pericarditis se clasifica en aguda, incesante, recurrente y crónica. (Ver Cuadro 3.2, Anexo 1).


 



Aguda: pacientes que acudan de primera vez con los siguientes signos y/o síntomas:

  1.  Dolor pericárdico.
  2.  Frote pericárdico.
  3.  Cambios electrocardiográficos (Ver Cuadro 3.2, Anexo 2).


 

Derrame pericárdico ó evidencias adicionales:

Marcadores séricos inflamatorios elevados (PCR, VSG, leucocitosis), evidencia de inflamación pericárdica por cualquier técnica de imagen como la tomografía axial computada (TAC) o la resonancia magnética nuclear (RMN).

 

Incesante: Pericarditis que dura más de 4-6 semanas,  pero menos de tres meses sin remisión.

 

Recurrente: Recurrencia de pericarditis después del primer episodio documentado de pericarditis aguda con remisión total en un intervalo igual o mayor de 4-6 semanas.

Las causas más comunes de pericarditis recurrente se describen en el Anexo 3.2, Cuadro 3.




 

 Crónica: Pericarditis que dura más de 3 meses.

 

La presentación clínica de la pericarditis aguda es variada  según la etiología (Ver Cuadro 3.2, Anexo 4).


 


Los pacientes con etiología infecciosa pueden presentarse con signos y síntomas de infección sistémica tales como fiebre y leucocitosis.

 

La de etiología viral en particular puede ser precedida de un proceso infeccioso de vías respiratorias altas o con síntomas gastrointestinales.

Los pacientes con enfermedad autoinmune o proceso neoplásico conocido pueden presentarse con signos o síntomas específicos del proceso subyacente o bien presentar pericarditis incesante-recurrente.

 

De acuerdo a la clasificación etiológica la pericarditis se divide en:

  1.  Infecciosa.
  2.  No infecciosa.

 

La causa más frecuente de pericarditis en países desarrollados es viral, mientras que en los países con economías emergentes es Mycobacterium tuberculosis. En zonas endémicas de virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) suele ser causa frecuente.


      

Las características clínicas más importantes de la pericarditis aguda son: dolor precordial, frote pericárdico,  cambios electrocardiográficos sugestivos, derrame pericárdico.

 

Se debe sospechar del diagnóstico de pericarditis ante la presencia de lo menos 2 de las siguientes características:

  1.  Dolor precordial.
  2.  Frote pericárdico.
  3.  Cambios electrocardiográficos sugestivos.
  4.  Derrame pericárdico.

 

Dolor precordial: Está presente en más del 95% de los casos. El dolor es típicamente agudo, localizado en la cara anterior del tórax, ocasionalmente hay irradiación a los hombros, se exacerba con la tos y con la respiración y mejora con la inclinación anterior del tórax.

 

Frote pericárdico: Está presente entre el 20- 35% de los casos, es un sonido superficial de roce, mejor escuchado con el diafragma del estetoscopio cerca del borde esternal izquierdo con una sensibilidad del 95 %.

 

Cambios electrocardiográficos sugestivos (Ver anexo 3.2, Cuadro 2):

Estadio I: Ocurre desde los primeros días hasta 2 semanas, se presenta en el 60-80% de los casos.

Elevación difusa del segmento ST, en múltiples derivaciones (usualmente cóncavo) con depresión del segmento PR usualmente en las mismas derivaciones y cambios recíprocos en las derivaciones aVR y V1.

 

Estadio II: 

  1. Usualmente de entre la primer y tercer semana.
  2. Resolución de las anormalidades del PR y segmento ST.
  3. Alteraciones no específicas de la onda T (disminución o aplanamiento).
  4. Estadio III: Inicia al final de la segunda o tercera semana.
  5.  Onda T negativa asimétrica.

Estadio IV: Puede tardar hasta más de 3 meses.

Normalización del segmento PR, segmento ST y ondas T.

 

Derrame pericárdico:

Está presente en un 60% de los pacientes, sin embargo, su ausencia no excluye el diagnóstico; Solo el 1-2 % desarrolla taponamiento cardíaco.

 

El derrame pericárdico se clasifica por su tamaño de acuerdo a la identificación por ecocardiografía de la separación de hojas de pericardio visceral a parietal:

  1.  Leve menos de 10 mm.
  2.  Moderado 10-20 mm.
  3.  Severo más de 20mm.
  4. Muy severo más de 20mm mas compresión cardiaca. (Ver Anexo 3.2, Cuadro 5).


 



El derrame pericárdico se puede detectar por ecocardiografía a través de la observación de las hojas del pericardio, para lo cual se puede utilizar la Clasificación de Horowitz (Ver Anexo 3.2, Cuadro 6).

 



El derrame pericárdico se clasifica por su distribución en:

  1. Circunferencial.
  2.  Loculado.

 

 

Dentro del diagnóstico diferencial de la pericarditis aguda, se deben considerar las siguientes causas:

  •  Infarto agudo del miocardio.
  •  Neumonía con o sin derrame pleural.
  •  Neumonitis con o sin derrame pleural.
  •  Tromboembolismo pulmonar.
  •  Infarto pulmonar.
  •  Costocondritis.
  •  Enfermedad por reflujo gastroesofágico.
  •  Disección aortica.
  •  Procesos intra-abdominales.
  •  Neumotórax.
  •  Herpes Zoster (antes de la aparición de las lesiones).
  •  Esofagitis.

 

¿Cuál es el estudio paraclínico de elección para establecer el diagnóstico?

 

Se recomienda realizar los siguientes estudios a todos los pacientes con sospecha de pericarditis aguda:

  •  Electrocardiograma.
  •  Radiografía de tórax posteroanterior y lateral.
  •  Ecocardiograma transtorácico.

 

Se recomienda solicitar marcadores de inflamación (PCR y VSG) y biomarcadores de lesión miocárdica (CPK, troponinas) en pacientes con sospecha de pericarditis con el fin de evaluar la evolución de la enfermedad.

 

Los niveles elevados de troponina I tienen una alta correlación con el grado de inflamación y necrosis de células miocárdicas en casos de miopericarditis aguda.

 

Se recomienda que una vez realizada la pericardiocentesis (ver indicaciones más adelante) y solo ante la sospecha  clínica de pericarditis bacteriana, tuberculosa, fúngica o maligna debe enviarse el líquido pericárdico a estudio

citoquímico, tinciones especiales (BAAR, Gram o Papanicolau), cultivos y/o determinaciones con reacción en cadena de la polimerasa (RCP).

 

En el caso de sospecha de pericarditis tuberculosa debe realizarse tinción de Ziehl Neelsen o BAAR, determinación de actividad de la ADA, cultivo para micobacterias y RCP para Mycobacterium tuberculosis en líquido pericárdico.

 

En casos de sospecha de pericarditis bacteriana o presencia de líquido purulento postpunción deben enviarse al menos tres muestras del líquido pericárdico para cultivos tanto en medios para aerobios como anaerobios, así como hemocultivos simultáneos.

 

Se recomienda realizar tomografía axial computada o resonancia magnética nuclear en caso de sospechar engrosamiento pericárdico, calcificación o masas pericárdicas con derrame pericárdico.

 

¿Cuál es el estudio de elección de mayor utilidad para identificar las Complicaciones?

 

Las complicaciones secundarias a la pericarditis aguda pueden ser:

  • Derrame pericárdico.
  • Taponamiento cardíaco.
  • Constricción pericárdica.

 

Se recomienda realizar placa de tórax postero-anterior y lateral con adecuada técnica radiográfica en todos los pacientes con sospecha de derrame pericárdico o pericarditis constrictiva.

 

Se deberá buscar datos de taponamiento cardiaco en presencia de derrame pericárdico, dilatación de la vena cava inferior y de las venas hepáticas, colapso de las cámaras cardiacas y variación del tamaño con la respiración, entre otros (Ver Anexo 3.2, Cuadro 7).




Los hallazgos ecocardiográficos en pacientes con pericarditis constrictiva incluyen:

  • Movimiento septal paradójico.
  • Velocidad de la onda “e´” por Doppler tisular del septum interventricular mayor de 0.8 cm/s.
  • Flujo diastólico reverso de las venas pulmonares con una relación de 0.78 (sensibilidad 87%, especificidad 91%)
  • En presencia de los últimos dos hallazgos se tiene una sensibilidad del 97% para el diagnóstico. (Ver Anexo 3.2, Cuadro 7).

 

Se recomienda el empleo del ecocardiograma para todos los pacientes en los que se sospecha pericarditis complicada (derrame pericárdico, taponamiento pericárdico, pericarditis constrictiva, disfunción ventricular izquierda) (Ver Anexo 3.2, Cuadro 8).


 


Se recomienda el empleo de tomografía y resonancia magnética como segunda línea diagnóstica para valorar calcificaciones, engrosamiento y grado de extensión pericárdica. La tomografía es de mayor utilidad para definir imágenes de calcificación mientras que la resonancia define inflamación, pequeñas cantidades de derrame y adherencias pericárdicas (Ver Anexo 3.2, Cuadro 8).

 

El cateterismo cardíaco está indicado únicamente cuando los métodos no invasivos no son concluyentes para demostrar la constricción pericárdica.

 

¿Cuáles son los factores pronósticos y los criterios que indican necesidad de hospitalización?

 

Los predictores de pronóstico adverso para pericarditis aguda son:

Mayores:

  • Fiebre mayor de 38 ºC.
  • Inicio subagudo.
  • Derrame pericárdico severo.
  • Taponamiento cardíaco.
  • Falta de respuesta a tratamiento con AINE después de 1 semana.

Menores:

  • Miopericarditis.
  • Inmunosupresión.
  • Trauma.
  • Tratamiento con anticoagulantes orales.

 

Se recomienda la hospitalización a pacientes con pericarditis aguda que cuenten con al menos un criterio de pronóstico adverso (alto riesgo).

 

Se recomienda que en los pacientes con presencia de criterios de pronóstico adverso o alto riesgo se dé seguimiento cada 7 días con determinación de marcadores

de inflamación (PCR, VSG) y cuenta leucocitaria, mientras estos se encuentren elevados, así como estudio ecocardiográfico en caso de evolución desfavorable.

 

En pacientes de bajo riesgo, se deberá evaluar la respuesta clínica a los 7 días de tratamiento, mismo que deberá sostenerse hasta la remisión completa de la sintomatología y la normalización de la cuenta leucocitaria y PCR.

 

Se recomienda determinar los niveles de leucocitos y PCR a los 30 días de inicio del tratamiento para definir la respuesta al tratamiento farmacológico. Posteriormente

solo se solicitarán en caso de recurrencia de los síntomas.

 

Los pacientes con pericarditis recurrente deben tener seguimiento después de 1-2 semanas y 1 mes para evaluar la respuesta al tratamiento, solicitando cuenta leucocitaria, creatinina, biomarcadores de necrosis miocárdica, PCR, transaminasas y ecocardiograma.

 

Se recomienda la hospitalización para diagnóstico y monitoreo en pacientes con involucro del miocardio (miopericarditis).

 

El nivel de riesgo para desarrollar pericarditis constrictiva es:

  1.  Bajo (menos de 1%) para pericarditis viral o idiopática. Intermedio (2-5%) para origen autoinmune o neoplásico.
  2.  Alto (20-30%) para purulenta o bacteriana, especialmente tuberculosis.

Se recomienda la realización de ecocardiograma con enfoque en especial a la función ventricular, movilidad parietal y dimensiones ventriculares al mes, 6 meses y 12 meses en los casos de miopericarditis, pericarditis recurrente y pericarditis complicada.

 

¿Cuáles son las indicaciones para realizar pericardiocentesis, biopsia y pericardioscopia?

 

La pericardiocentesis tiene utilidad tanto diagnóstica como terapéutica.

 

Se recomienda la realización de pericardiocentesis en casos con derrame pericárdico en que se deba precisar la etiología diagnóstica, taponamiento cardíaco o sospecha de pericarditis infecciosa.

 

La realización de pericardioscopia con toma de biopsia de pericardio visceral o parietal, se recomienda en casos en los que debe precisarse con detalle la etiología en caso de no respuesta al tratamiento (recurrente o crónica).


La primera recomendación no farmacológica en pericarditis aguda, es la restricción de ejercicio, al menos hasta la resolución de los síntomas y normalización del electrocardiograma, de la PCR y de los cambios ecocardiográficos.

 

La aspirina/AINE (ibuprofeno, indometacina, naproxeno) sumados a la colchicina son fármacos de primera elección para el tratamiento de la pericarditis aguda por sus efectos antiinflamatorios.

 

La elección del fármaco a prescribir se debe basar en la historia clínica del enfermo, contraindicaciones, eficacia, efectos colaterales y enfermedades concomitantes.

 

Se recomienda como tratamiento farmacológico de primera línea el uso de ácido acetilsalicílico o AINE más colchicina con adición de gastroprotección (Ver Anexo 3.2, Cuadro 8).

 

Se recomienda una dosis de ácido acetilsalicílico de 750 mg a 1 gr cada 8 horas por 1-2 semanas, posteriormente se deberá disminuir de 250-500 mg cada 1-2 semanas, hasta completar 4-6 semanas (Ver Anexo 3.2, Cuadro 8).

 

La dosis recomendada de colchicina es de 0.5 mg cada 24 horas en sujetos de menos de 70 kg y 0.5 mg cada 12 horas en sujetos de más de 70 kg.

 

La dosis recomendada de indometacina es de 25-50 mg cada 8 horas por 1 – 2 semanas, posteriormente disminuir la dosis en las siguientes 3 – 4 semanas.

 

No se recomienda el uso de esteroides como primera línea de tratamiento en sujetos con pericarditis aguda.

 

Los esteroides en dosis bajas pueden ser considerados en pericarditis aguda para los casos con contraindicación clínica o falla en el tratamiento con AINE/colchicina y cuando se hayan excluido causas infecciosas o bien cuando existe una indicación especifica.

 

En caso de utilizar esteroides a dosis bajas se recomienda el uso de prednisona 0.2 – 0.5 mg/kg/dia hasta la resolución de los síntomas y reducir progresivamente la dosis en las primeras dos semanas hasta 4-6 semanas.


Pericarditis recurrente

 

La pericarditis recurrente se presenta en el 20-50 % de los casos de pericarditis aguda como complicación, particularmente en aquellos con etiología infecciosa bacteriana o neoplasias, por ello es importante precisar la causa subyacente.

 

En casos de pericarditis recurrente se recomienda identificar y tratar la causa subyacente en sujetos con etiología determinada.

 

La aspirina/AINE más colchicina se consideran la terapia de primera línea en la pericarditis recurrente y se recomienda su intensificación a dosis plenas si son tolerados hasta la resolución completa de los síntomas, aunado a la restricción de la actividad física.

 

La terapia con colchicina por más de 6 meses debe considerarse en algunos casos de acuerdo a la respuesta clínica (Ver Anexo 3.2, Cuadro 8).

 

En caso de respuesta incompleta a aspirina/AINE y colchicina, pueden utilizarse corticoesteroides a dosis bajas o moderadas como segunda línea, siempre como triple terapia y nunca como terapia de reemplazo o bien en aquellos sujetos con indicaciones específicas.

 

Se recomienda evitar los esteroides en caso de infecciones, particularmente bacterianas y tuberculosis.

 

En caso de utilizar esteroides se recomienda la reducción gradual y lenta; un pico crítico de recurrencias se presenta a una dosis de 10-15 mg/día de prednisona por lo que en este punto el descenso debe ser aún más lento.

 

Una vez que se ha alcanzado la remisión clínica completa y la normalización del electrocardiograma, ecocardiograma y niveles de PCR se recomienda iniciar la reducción de un fármaco a la vez siendo el último la colchicina.


 

Taponamiento cardíaco

 

El taponamiento cardíaco es una condición que pone en riesgo la vida debida al acúmulo de líquido en el saco  pericárdico lo que produce la compresión de las cámaras cardíacas e impide su llenado diastólico, el consecuente incremento y finalmente equivalencia de presiones intraventriculares y pericárdicas seguida de la caída del gasto cardíaco.

 

En los casos de taponamiento cardíaco se recomienda la realización de pericardiocentesis con la mayor rapidez posible guiada por ecocardiografía o fluoroscopía.

 

Se recomienda la realización de pericardiocentesis ante la presencia de derrame moderado o severo sin respuesta a tratamiento médico (debido al riesgo de progresar a taponamiento cardíaco) o ante la sospecha de infección bacteriana o por micobacterias.

 

Considerando la fisiopatología de la dificultad para el llenado de cavidades no se recomienda la utilización de diuréticos o vasodilatadores en el caso de taponamiento cardíaco.

 

Pericarditis constrictiva

La piedra angular del tratamiento de la pericarditis constrictiva es la pericardiectomía (Ver Anexo 3.2, Cuadro 8)

 

La piedra angular del tratamiento de la pericarditis constrictiva es la pericardiectomía (Ver Anexo 3.2, Cuadro 8).

 

La terapia médica para etiologías específicas puede ser de utilidad para evitar la progresión a constricción; el tratamiento antituberculoso puede disminuir el riesgo de constricción de más del 80 % a menos de 10 %.

 

La terapia antiinflamatoria empírica puede ser considerada en casos con constricción transitoria o de nueva instalación con evidencia de inflamación pericárdica (PCR elevada o reforzamiento del pericardio por imagen).

 

¿Qué consideraciones deben tenerse en cuenta en caso de mujeres embarazadas con pericarditis?

 

La pericarditis aguda es la segunda forma de afección pericárdica durante el embarazo.

 

El ecocardiograma es el método de elección para el diagnóstico de pericarditis durante el embarazo.

 

Se recomienda que en pacientes con historia previa de pericarditis, el embarazo sea planeado en una fase estable de remisión de enfermedad, así mismo haber suspendido colchicina (siendo cambiado por aspirina o prednisona) o inmunomoduladores 3 meses antes del embarazo.

 

Los AINE son medicamentos de primera línea hasta el segundo trimestre. Se recomienda suspender a partir de las 20 semanas de gestación por el posible riesgo de cierre de conducto arterioso o alteraciones en la función renal del feto.

 

La colchicina está contraindicada durante el embarazo, lactancia y niñez por ser teratogénica e interferir en la mitosis y división celular.

 

En caso de pericarditis recurrente el empleo de inmunosupresores (metotrexate, ciclofosfamida) está  contraindicado y se deberán de suspender tres meses antes del embarazo, mientras que el empleo de inmunoglobulinas intravenoso y ciclosporina puede ser indicado en casos especiales.


 

Todo paciente con dolor torácico y con sospecha de pericarditis en primer nivel de atención deberá ser referido al hospital de segundo nivel para su valoración y atención oportuna.

 

Cuando el enfermo cuente con al menos un criterio de mal pronóstico debe ser referido a segundo o tercer nivel para su hospitalización (previamente descritos).

 

Los pacientes con pericarditis sin respuesta al tratamiento inicial con AINE/colchicina o con complicaciones de pericarditis, deberán referirse a tercer nivel para complementación diagnóstica y tratamiento definitivo.

 

El taponamiento cardíaco por tratarse de una urgencia que pone en peligro la vida deberá atenderse en el hospital de segundo o tercer nivel en donde se tenga el personal adiestrado para realizar una pericardiocentesis.

 

Se recomienda enviar del 3er al 2do nivel de atención una vez concluido satisfactoriamente el tratamiento farmacológico y/ó quirúrgico de las complicaciones de la pericarditis.

 

Se recomienda realizar un ecocardiograma de control a todos los pacientes con diagnóstico de pericarditis recurrente o miopericarditis al mes, 6 y 12 meses, por lo que el médico de primer nivel deberá referir estos pacientes en éstas fechas al cardiólogo de segundo nivel.




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