ULCERA PEPTICA Y SUS COMPLICACIONES




La enfermedad ulcerosa péptica es una patología del tracto gastrointestinal caracterizada por el desequilibrio entre la secreción de pepsina y la producción de ácido clorhídrico que provoca daño a la mucosa del estómago, duodeno proximal y la del esófago distal, aunque también puede afectar al duodeno distal y yeyuno.

 

La úlcera péptica es un defecto en la pared que se extiende a través de la muscularis mucosae, se considera como úlcera péptica complicada (UPC) aquella que se extiende más allá de las capas más profundas de la pared, submucosa o muscular propia, pudiera provocar hemorragia gastrointestinal, perforación, penetración u obstrucción.

 

Se caracteriza por presentar los siguientes Síntomas o signos:

Sensación ardorosa o dolor epigástrico quemante; el dolor aparece de dos a cinco horas después de los alimentos o en ayuno, y el dolor nocturno se alivia con los alimentos, los antiácidos o los agentes antisecretores.

Los hallazgos en la exploración física son poco confiables.




La úlcera péptica sigue siendo una de las 3 causas más comunes de hemorragia del tubo digestivo.

Los factores de riesgo asociados al sangrado de la úlcera son: la edad avanzada, uso de analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (AINES), presencia de H. pylori así como el consumo de alcohol y tabaco.

 

Estudios epidemiológicos muestran que la edad mayor a 60 años, la infección por H. pylori y el uso de analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (AINES), son factores de riesgo para la presencia de sangrado de la úlcera péptica.

70% de los casos se presentan entre los 25 y 64 años. El género no ha demostrado ser un factor determinante en la incidencia de úlcera péptica complicada (UPC), debido a que diversos estudios han tenido resultados inconsistentes, algunos con leve tendencia al sexo masculino, no significativa.

 

También, la introducción de nuevos fármacos para el tratamiento de dispepsia y erradicación de Helicobacter Pylori, ha contribuido a esta disminución en la incidencia de úlcera péptica no complicada.

La complicación hemorrágica es más frecuente que la perforación, con una incidencia de 19.4 y 3.7 casos por cada 100,000 individuos respectivamente.



Ahora se sabe que H. pylori y los NSAID son la causa de la inmensa mayoría de las úlceras duodenales. El ácido gástrico contribuye a la lesión de la mucosa, aunque no tiene un efecto primordial.

 

Úlceras duodenales

 

En los pacientes con úlceras duodenales se han descrito muchas alteraciones de la secreción ácida. Entre ellas, la secreción ácida media basal y nocturna parece estar incrementada en los pacientes con úlceras duodenales en comparación con los testigos; sin embargo, el nivel de superposición entre los pacientes con DU y los testigos es considerable.

 

La causa de la alteración de este proceso secretorio no está clara, aunque la infección por H. pylori podría contribuir a este dato. En algunos pacientes con úlcera duodenal se ha encontrado aumento de la velocidad del vaciamiento gástrico de líquidos, aunque no se trata de un dato constante; en todo caso, su cometido en la formación de la DU no está claro, si es que tiene alguno. La secreción de bicarbonato está significativamente reducida en el bulbo duodenal de los pacientes con una DU activa en comparación con los testigos.

Una infección por H. pylori podría también tener importancia en este proceso.

 

Úlceras gástricas

 

Al igual que sucede en las DU, gran parte de las GU se pueden atribuir a la infección por H. pylori o a una lesión de la mucosa inducida por NSAID. Las GU que aparecen en el área prepilórica o las del cuerpo asociadas con úlcera duodenal o una cicatriz duodenal tienen patogenia similar a éstas. La secreción de ácido gástrico (basal y estimulada) tiende a ser normal o a estar disminuida en los pacientes con úlcera gástrica. Cuando ésta se desarrolla en presencia de niveles mínimos de ácido, existe una alteración de los factores de defensa de la mucosa.

 

En algunos pacientes con úlcera gástrica se ha propuesto la participación de alteraciones en la presión del esfínter pilórico en reposo y estimulada, con el consiguiente incremento del reflujo gástrico duodenal. Aunque sales biliares, lisolecitina y enzimas pancreáticas podrían lesionar la mucosa gástrica, todavía no se ha establecido un cometido definitivo de estos factores en la patogenia de la GU.

 

En algunos de estos pacientes se ha descrito un retraso del vaciamiento gástrico de los contenidos sólidos, aunque no es un dato constante. La observación de que los pacientes que han sufrido un trastorno de la barrera pilórica normal (piloroplastia, gastroenterostomía) con frecuencia presentan gastritis superficiales sin úlceras evidentes ha reducido el apoyo al reflujo gastroduodenal como posible explicación del mecanismo patógeno de la úlcera gástrica.

 

Características de las úlceras asociadas al incremento de riesgo de complicaciones:

Úlcera gigante (>2cm)

Úlcera en el canal pilórico

Úlcera refractaria

Úlcera crónica

 

Diversos factores de riesgo están relacionados a la perforación de una úlcera péptica:

Uso de AINE

Tabaquismo

Corticoesteroides

Abuso de cocaína o anfetaminas

Ayuno prolongado

Cirugía bariátrica después de bypass gástrico

Cáncer gástrico

 

Los factores de mal pronóstico que incrementan la morbi-mortalidad son: edad mayor a 70 años, comorbilidades mayores, choque hipovolémico y retardo en el diagnóstico y tratamiento por más de 24 horas.



Elementos a considerar :

 

Serie esófagogastroduodenal. Cuando no se cuenta con endoscopía temprana.

Sensibilidad y especificidad en úlcera péptica: más de 90%.

 

Endoscopía gastrointestinal. Sospecha de úlcera péptica y edad mayor de 55 años o síntomas de alarma (endoscopía temprana). Confirmación de curación de úlcera gástrica, con prueba rápida de ureasa (endoscopía de control).

 

Prueba rápida de ureasa

Diagnóstico de infección por H. pylori

 

Estudio histológico. Úlcera gástrica, para descartar cáncer

 

Prueba de urea C13 o carbono 14 en aliento. Diagnóstico no invasivo de elección, de infección por H. pylori; sensibilidad y especificidad mayor del 90% en pacientes preparados.

 

Prueba de antígeno contra H. pylori en heces. Diagnóstico de infección activa por H.pylori; sensibilidad y especificidad mayor del 90% en pacientes no tratados.

 

Deberá realizarse una historia clínica cuidadosa que habitualmente revela síntomas típicos de enfermedad ácido péptica, además de considerar el consumo de AINE, agentes antiplaquetario, bismuto y hierro, estos últimos alteran la presentación clínica, pueden hacer las heces negras. Las manifestaciones clínicas más comunes de presentación del sangrado digestivo alto son: hematemesis, sangrado en poso de café y melena.

 

Para un diagnóstico oportuno de perforación se requiere de alto índice de sospecha basado en la historia clínica y exploración física. La principal manifestación es el dolor abdominal severo de forma súbita, datos de irritación peritoneal, aunque algunos pacientes tienen datos mínimos o ausentes de irritación peritoneal y otros presentan alteración del estado de conciencia o hipovolemia dificultando aún más la exploración física.

 

En relación al diagnóstico paraclínico se recomienda realizar de forma inicial: biometría hemática (AST, ALT), amilasa, tiempos de coagulación y electrocardiograma. Una radiografía de tórax en bipedestación en busca de aire libre subdiafragmático ante la sospecha de perforaciones es indispensable.

La endoscopia es una herramienta efectiva en el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de la hemorragia de la UPAC y ha demostrado reducción de los requerimientos transfusionales, acortar la estancia en la UCI, días de estancia intrahospitalaria, disminuir la necesidad de cirugía y la tasa de mortalidad. Debe realizarse en forma temprana durante la hospitalización y se recomienda utilizar la clasificación de Forrest para clasificar y distinguir las características endoscópicas de las úlceras según la actividad del sangrado y el porcentaje de recidiva.

Se recomienda estadificar en alto y bajo riesgo usando escalas pronósticas en base a criterios clínicos, de laboratorio y endoscópicos, debido a que la estadificación temprana de los pacientes de alto riesgo lleva a la apropiada intervención, y minimiza la morbilidad y la mortalidad.

 

En caso de UPAC con sangrado, se recomienda utilizar la escala de Blatchfors o Rockall para identificar a pacientes que requieren intervención terapéutica endoscópica urgente por hemorragia grave.

Un puntaje de 0 tiene una sensibilidad de 99% a 100% para establecer manejo ambulatorio.

En el caso de la úlcera péptica complicada con perforación se recomienda el empleo del sistema de puntaje de Boey debido a su factibilidad para realizarse y utilidad para predecir la morbilidad y mortalidad perioperatoria.


Equivalencias de inhibidores de la bomba de protones en tratamiento agudo.

Omeprazol, 40 mg diarios, vía oral, cuatro semanas.

Pantoprazol, 40 mg diarios, vía oral, cuatro semanas.

Lansoprazol, 30 mg diarios, vía oral, cuatro semanas.

Rabeprazol, 20 mg diarios, vía oral, cuatro semanas.

 

Equivalencias de bloqueadores de los receptores H2 en tratamiento agudo

Cimetidina, 300 mg cada seis horas, vía oral.

Ranitidina, 150 mg cada 24 horas, por la noche, vía oral.

Nizatidina, 150 mg cada 24 horas, vía oral.

 

Tratamiento de erradicación de H. pylori de primera línea, esquema triple.

Un inhibidor de la bomba de protones o la combinación RCB = ranitidina + subcitrato de bismuto, más dos antibióticos:

Amoxacilina, un gramo cada 12 horas, vía oral, siete días. En caso de alergia, sustituir por metronidazol, 200 mg cada 12 horas, vía oral, siete días.

Claritromicina, 250 mg cada 12 horas, vía oral, siete días.

 

Opciones con inhibidores de la bomba de protones en terapia de mantenimiento a largo plazo de úlcera recurrente o refractaria

Omeprazol, 20 mg diarios, vía oral, 18 meses.

Lansoprazol, 30 mg diarios, vía oral, 18 meses.

 

Tratamiento de erradicación de H. pylori de segunda línea

Un inhibidor de la bomba de protones, más.

Metronidazol, 200 mg cada 12 horas, vía oral, siete días, más.

Tetraciclinas, 500 mg cada 6 horas, vía oral, siete días, más.

Subsalicilato de bismuto, 120 mg cuatro veces al día, vía oral, siete días.

 

El abordaje inicial del paciente con úlcera péptica complicada debe incluir: soporte vital (ABC, monitorización cardiaca continua, restricción de la vía oral, acceso venoso con catéter grueso, reanimación con líquidos, cruzar paquetes globulares y transfundir en caso necesario), coordinación del equipo médico, quirúrgico y radiográfico, terapia de supresión de ácido (inhibidor de bomba de protones), tratamiento para Helicobacter pylori, descontinuar AINE, antiagregantes plaquetarios o anticoagulantes y valoración para cirugía de urgencia si fuese necesario.

 

El uso de IBP no debe reemplazar la reanimación inicial apropiada o retrasar la realización de una endoscopia urgente. La dosis recomendada es de 80 mg en bolo seguido de 8 mg por hora en infusión durante 72 horas en pacientes con sospecha de sangrado activo. Aunque la terapia intermitente (40 g IV cada 12-24 horas) mostró no ser inferior que la terapia en infusión, al igual que no incrementar el resangrado, la mortalidad, la necesidad de transfusiones o las intervenciones quirúrgicas o radiológicas.

 

Los regímenes de terapia intermitente con IBP, puede ser una mejor opción, debido a mayor facilidad de uso, factibilidad (no requiere de bomba de infusión), menor costo y requerir menos recursos.

Los pacientes con evidencia clínica de perforación aguda no deberían ser sometidos a endoscopía, en cambio aquellos con sangrado activo no Variceal, se recomienda realizar endoscopía temprana (dentro de las 24 horas de presentación):

En pacientes con hemorragia activa o vaso visible no sangrante en la úlcera (Forrest IIa, Ia-Ib) son más propensos a resangrado y por ende necesitan terapia endoscópica a la brevedad.

 

Los pacientes con úlcera que presenta mancha plana pigmentada (Forrest IIc) o con base limpia (Forrest II) no requieren tratamiento endoscópico ni IBP intravenosos, se recomienda IBP por vía oral.

En aquellos Forrest IIc en adelante pueden egresarse en caso de que no tengan factores de alto riesgo de sangrado recurrente (edad mayor de 60 años, inestabilidad hemodinámica, enfermedad concomitante grave, alteraciones de la coagulación, sangrado durante la hospitalización):

 

En caso de úlcera con coágulo adherido, se deberá lavar enérgicamente y tratar la lesión encontrada, siempre y cuando se tenga los elementos necesarios para una adecuada terapia endoscópica.

Una segunda exploración endoscópica se realiza en aquellos pacientes con datos de resangrado. No debe ser utilizada como rutina.

En pacientes con resangrado después de la intervención endoscópica inicial, se recomienda repetir el tratamiento endoscópico antes de considerar tratamiento quirúrgico o radiológico intervencionista.

 

Al egreso de los pacientes con UPAC con sangrado se recomienda prescribir una dosis diaria de IBP. La duración será determinada de acuerdo a la etiología que provocó el ingreso.

En casos de úlcera péptica complicada con sangrado el tratamiento quirúrgico está indicado en caso de: falla a terapia endoscópica, inestabilidad hemodinámica después de reanimación vigorosa, recurrencia de hemorragia después de control por endoscopia y persistencia de sangrado, requiriendo más de 3 unidades de sangre por día.

 

Se recomienda realizar cirugía de control de daños que consiste en: control inicial rápido de la hemorragia, control de la contaminación, cierre abdominal temporal, reanimación en la unidad de cuidados intensivos y reexploración subsecuente con reparación definitiva.

En base a la localización de la úlcera sangrante se debe realizar resección si está localizada en la curvatura mayor, antro o cuerpo del estómago, gastrectomía parcial con reconstrucción de Bilroth I o II si está localizada en la curvatura menor o el área de la cisura angularis, gastroesofágica y si es a nivel duodenal, se debe realizar duodenotomía longitudinal y cierre del vaso sangrante en el cráter ulceroso además de ligadura de la arteria gastroduodenal.

La vagotomía, en cualquiera de sus variedades, no es clara y no se recomienda, ya que aumenta la morbilidad de forma significativa.

El manejo inicial de la perforación de una úlcera péptica debe incluir: la colocación de sonda nasogástrica, el reemplazo de volumen intravascular, el tratamiento con inhibidores de bomba de protones y antibioticoterapia de amplio espectro.

Se recomienda realizar cirugía de urgencia ante el diagnóstico de perforación si el paciente presenta deterioro clínico o evidencia de perforación libre, independientemente si hay una fuga o no de líquido gastroduedenal.

 

La laparoscopía es el tratamiento de primera elección UPAC perforada.

La laparoscopía pudiera estar contraindicada en las siguientes condiciones ya que aumenta la morbilidad y la mortalidad: presencia de choque, puntaje de Boey >3, paciente mayor de 70 años, síntomas persistentes por más de 24 horas, puntuación de ASA III-IV y poca experiencia en técnica laparoscópica.

Se recomienda que la terapia empírica antimicrobiana iniciada en pacientes con úlcera péptica perforada tenga cobertura para bacilos entéricos gram negativos, gram positivos y anaerobios.



Para la prevención de la recurrencia de complicaciones por úlcera péptica se recomienda: tratamiento de erradicación para H. Pylori con omeprazol 20 mg, amoxicilina 1 gr y Claritromicina 500 mg, todos, cada 12 horas por 7-10 días. En pacientes alérgicos a la penicilina, puede sustituirse amoxicilina por metronidazol 500 mg cada 12 horas, suspender el uso de AINE y mantener la terapia de supresión de ácido.

 

Se debe de enviar de primer a segundo nivel a todo paciente que presenta las siguientes condiciones clínicas: Dolor abdominal intenso con datos de irritación peritoneal, hematemesis, vómitos en poso de café, melena, hematoquezia, datos de respuesta inflamatoria sistémica, signos radiográficos de perforación (aire libre, subdiafragmático), inestabilidad hemodinámica y hemoglobina y hematocrito por debajo de valores normales en la biometría hemática asociado a cualquiera de los puntos anteriores.

 

Se debe enviar a todo paciente a tercer nivel en las siguientes condiciones: Infraestructura e insumos insuficientes para la realización de endoscopia temprana y/o tratamiento quirúrgico, no contar con unidad de cuidados intensivos o presencia de comorbilidades que no se puedan controlar en la unidad.

Se debe contrareferir al paciente en las siguientes condiciones: Una vez corregido el evento agudo y se encuentren condiciones clínicas aceptables para poder ser trasladado y en caso de manejo quirúrgico, contrareferir en el postquirúrgico mediato, al existir condiciones para ser trasladado, tolerancia vía oral y sin datos de complicación postoperatorias.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario