INTOXICACIONES AGUDAS POR OPIACEOS Y BEZODIACEPINAS
Las
muertes por intoxicación no intencionada se han incrementado dramáticamente en
la última década, a causa de sobredosis de medicamentos prescritos con receta.
A pesar de esta tendencia, existe limitación en el entendimiento del
comportamiento de las intoxicaciones accidentales e intencionales asociadas a
medicamentos recetados.
En la
actualidad el impacto del abuso de la prescripción de fármacos para el control
del dolor agudo o en padecimientos crónicos, los opiáceos se encuentran como
fármacos de segunda linea, ya sean solos o combinados, por lo que ha
incrementado su uso por la comunidad hospitalaria y por la población en
general. Por lo anterior, es de esperarse que se incrementen las intoxicaciones
por este tipo de fármacos, ya sea por una ingesta accidental, error terapéutico
o de manera intencional.
El
tratamiento de dolor crónico no oncológico, más frecuentemente los opiáceos y
las benzodiacepinas, ha generado el uso de sustancias controladas, el abuso y
el uso no médico de medicamentos que deben ser prescritos con receta.
La
intoxicación aguda por opiáceos se origina por sobredosis de los fármacos que
se utilizan para el tratamiento del dolor, la tos y la diarrea. Tales fármacos
pueden ser derivados del opio u opiáceos sintéticos. La intoxicación también se
produce con dosis terapéuticas de estos fármacos, que tienen interacción
farmacológica con otro tipo de medicamentos y potencializan los efectos
tóxicos.
Las
benzodiacepinas son fármacos hipnótico-sedantes y tienen múltiples aplicaciones
(en el tratamiento para el insomnio, neurológico, psiquiátrico, trastornos
musculares y como medicación preanestésica). Pueden ocurrir efectos tóxicos: en
sobredosis, en dosis terapéuticas se potencializan los efectos de intoxicación
en interacción farmacológica con otros medicamentos, y también debido a
atributos del paciente, como la edad, sexo, y estado de nutrición.
En el
Cuadro 1 se describen los receptores opioides endógenos más importantes, así
como su mecanismo de acción y efectos.
Los opiáceos actúan sobre los mismos receptores del sistema nervioso central (SNC), en las ligas de los opioides endógenos que son péptidos: endorfinas, dinorfinas, encefalinas y orfanina.
El
sistema de los receptores opioides "mu" no es estático, por lo que
puede responder al efecto de los fármacos con un aumento de la tolerancia o de
la sensibilidad de cada persona.
Existe evidencia de la carencia de la eficacia de los fármacos opiáceos, en virtud de que no existen suficientes estudios controlados aleatorizados. Sin embargo, el cambio de opiáceos puede ser de utilidad en algunos pacientes.
En la
mayoría de los pacientes con bajas dosis de opiáceos no se logra el control del
dolor; así, lo más apropiado es el aumento de la dosis, no el cambio de este
tipo de fármacos.
Es importante señalar que el efecto adverso, o efecto secundario, no es sinónimo de intoxicación. Existe evidencia de variabilidad en la tolerancia y sensibilidad de los pacientes, por lo que es factible que en ocasiones se confunda una intoxicación con un efecto adverso.
Un
estudio concluyó que el uso de las benzodiacepinas puede ser un factor de
riesgo para la demencia en las personas de la tercera edad, por lo que se debe
evitar su administración en esta población.
En la
actualidad, la intoxicación por opiáceos, sedantes y tranquilizantes es una
causa creciente de hospitalización. El ingreso hospitalario en forma temprana
ha brindado la mejor oportunidad de comprender los factores contextuales,
contribuyendo a mejorar el desarrollo de estrategias de prevención específicas.
Los
opiáceos tienen diferentes propiedades físico químicas, resultantes de su
farmacocinética, la cual es diferente para cada opiáceo, tales como la
velocidad en el cruce de barreras biológicas por difusión pasiva y procesos
activos, como la P glucoproteína, que está sujeta al polimorfismo genético.
Existe
una gran variedad de opiáceos, la mayoría destinados para el dolor y otros
utilizados como antidiarreicos y antitusigenos; se describen en el Cuadro 2.
Los hipnótico-sedantes, como las benzodiacepinas, son absorbidos rápidamente por el tracto gastrointestinal.
Los
efectos clínicos se determinan por su habilidad para penetrar la barrera
hematoencefálica. Estos fármacos son altamente lipofilicos, lo que facilita su
penetración. Los tipos de benzodiacepinas se describen en el Cuadro 3.
Existen
factores individuales que incrementan el riesgo de sedación y depresión
respiratoria inducida por opioides; sin embargo, la evidencia que lo sustenta
es limitada. Cuadro 4.
Los
factores de riesgo que con mayor frecuencia se asocian a la presencia de
sedación y depresión respiratoria se clasifican en dos categorías:
a) Trastornos respiratorios del sueño
- Apnea obstructiva del sueño
- Apnea central del sueño
- Sindrome de resistencia de la vía aérea superior
b) Complicaciones pulmonares posoperatorias (atelectasias, neumonía y falla respiratoria)
Los factores de riesgo para complicaciones pulmonares posoperatorias son:
1. Características individuales (edad, estado de salud general)
- Edad: en personas >65 años se asocia a mayor riesgo de eventos adversos inducidos por opioides, incluyendo depresión respiratoria.
- Estado de salud general: limitación física (riesgo relativo [RR] 1.94), función renal con niveles de nitrógeno ureico >30 mg/dl (RR 2.09), función hepática y estado nutricional con niveles de albúmina <30 g/l (RR 2.16).
2. Presencia de comorbilidades:
- Clasificación ASA (American Society of Anesthesiologists) IV (RR 4.26)
- Enfermedad pulmonar obstructiva crónica - EPOC- (RR 1.58)
- Presencia de falla cardiaca más presencia de reemplazo valvular aórtico (RR 4.7), marcapasos (RR 4.4) y EPOC (RR 1.7)
3. Tipo de anestesia:
- Anestesia general (RR 1.9)
- Duración de la anestesia (por cada hora adicional de anestesia general el RR es de 1.7 veces más, principalmente a partir de los 210 minutos de duración)
- Cirugía de urgencia (RR 2.8)
4. Tipo de cirugía
- Cirugía de tórax (RR 5.9)
- Cirugía vascular periférica (RR 3.4)
- Cirugía de abdomen superior (RR 3.3)
- Neurocirugía (RR 2.9)
- Cirugía de cuello (RR 2.1)
Se
recomienda evaluación, identificación y documentación de condiciones
existentes, comorbilidades y otros factores que pueden poner a los pacientes en
riesgo de desarrollar sedación profunda y depresión respiratoria la con
administración de opioides.
Los profesionales de la salud deben comunicar la información pertinente a los pacientes y sus cuidadores, sobre los riesgos potenciales de la administración de opioides.
Los
profesionales de la salud deben educar a los pacientes acerca de los factores
de riesgo individual para el desarrollo de sedación profunda y depresión
respiratoria inducida por opioides.
Los
pacientes que están bajo tratamiento con benzodiacepinas deben recibir
información y educación acerca de las dosis, horarios y efectos adversos de su
administración.
Cuando
los opiáceos son utilizados terapéuticamente en forma apropiada se ha
demostrado seguridad y eficacia. Sin embargo, cuando existe sobredosis o hay
factores de sensibilidad y tolerancia del paciente, los efectos tóxicos son
predecibles y comúnmente se presenta depresión neurológica, depresión
respiratoria y miosis.
Los
efectos tóxicos de los opiáceos se dividen de acuerdo a los aparatos y sistemas
afectados: (ver algoritmo 1)
a)
Cardiovascular: bradicardia, hipotensión ortostática, vasodilatación periférica
b)
Dérmica: sudoración, prurito
c)
Endocrina: liberación y reducción de la hormona antidiurética, liberación de
prolactina, liberación y reducción de la gonadotrofina
d)
Gastrointestinal: incremento del tono del esfínter anal, aumento de la presión
del tracto biliar, reducción de la secreción del ácido gástrico, reducción de
la motilidad intestinal
e)
Neurológico: analgesia, efecto antitusigeno, euforia, sedación, depresión
neurológica, coma, crisis convulsivas (meperidina y propoxifeno), miosis
f) Pulmonar: depresión respiratoria
En
pacientes pediátricos con exposición aguda al dextrometorfán solo en
presentaciones combinadas con otro tipo de fármacos, que presenten miosis,
depresión respiratoria y depresión neurológica, se deben descartar otras
entidades de origen infeccioso.
Sin
embargo, para descartar que sea una intoxicación por este opiáceo es de suma
importancia aplicar la prueba diagnóstico-terapéutica con naloxona, ya que al
observar una mejoría notable se establece el diagnóstico y el tratamiento
antidotal específico.
Existen varios informes de la mejoría significativa de la intoxicación aguda por opiáceos con la administración de naloxona. El uso de la naloxona es útil en pacientes en estado de coma, en especial en aquellos con depresión respiratoria.
Cuando
el paciente a su arribo al servicio de urgencias presente la tríada clásica:
depresión respiratoria, depresión neurológica y miosis se establece un diagnóstico
diferencial de opiáceos o benzodiacepinas, de tal manera que se recomienda
aplicar una prueba diagnóstico-terapéutica con naloxona. Sin embargo,
actualmente ya no se encuentra disponible en el mercado, por lo que otra opción
con la misma eficacia es nalmefene, el cual sí está disponible. (ver algoritmo
1)
Las
benzodiacepinas tienen efectos diferentes; las manifestaciones de toxicidad más
importantes en la intoxicación aguda son: somnolencia, debilidad generalizada,
hiporreflexia, ataxia, disartria, nistagmus y deterioro del estado de
conciencia.
En la
exploración física, en particular para las benzodiacepinas, se pueden encontrar
pistas de exposición basándose en ciertos hallazgos físicos y clínicos.
Se ha
descrito la hipotermia como un síntoma de efecto tóxico de las benzodiacepinas.
Sin embargo, también se ha descrito con mayor frecuencia miosis, depresión
neurológica y depresión respiratoria, en casos graves se presentan
manifestaciones cardiovasculares: taquicardia, hipertensión hipotensión arterial,
agitación psicomotriz, coma y muerte. (ver algoritmo 2)
En
pacientes expuestos a benzodiacepinas se recomienda la prueba de drogas en
orina y, en caso de duda, confirmar con pruebas adicionales por LC MS/MS.
Una
limitación de los inmunoensayos es que sólo muestran resultados positivos o
negativos para benzodiacepinas, ya que se trata de una prueba cualitativa,
además de no identificar el tipo específico al que el paciente está expuesto y
dar resultados falsos negativos.
TRATAMIENTO
INICIAL Y ESPECÍFICO
En la
prescripción de opiáceos es recomendable: conocer la dosis terapéutica de cada
tipo de estos medicamentos. Cuando el paciente reciba Jtratamiento con estos
fármacos, se les debe informar a él y a los familiares los datos de alarma
asociados a intoxicación.
Si el
paciente está recibiendo otro tipo de fármacos que puedan interactuar
farmacológicamente con los opiáceos, se deben buscar otras opciones de
tratamiento.
Todo
paciente con intento suicida, abuso intencional, intención maliciosa (niño con
abuso o negligencia), debe ser referido a un servicio de urgencias.
La primera medida que se debe implementar en todo paciente con intoxicación aguda por opiáceos o benzodiacepinas es el soporte vital básico (protección de la vía aérea, soporte respiratorio y circulatorio). No inducir el vómito, ya que se ha demostrado que conlleva más riesgos que beneficios, como broncoaspiración.
No administrar carbón activado a nivel prehospitalario (en casa), ya que se desconoce el estado clínico del paciente con exposición a este tipo de fármacos.
Los
pacientes con sospecha o confirmación de intoxicación aguda por opiáceos con
depresión repiratoria deben ser asistidos con ventilación con mascarilla,
seguida de la administración de naloxona. o nalmefene, y en caso de que no
responda se debe implementar manejo avanzado de la vía aérea.
La vida media relativamente corta de la naloxona puede condicionar dificultades al momento de revertir la intoxicación por opioides.
Diferentes
opioides y análogos sintéticos tienen una duración de acción de 2 a 6 horas y
sus efectos depresivos pueden recurrir después de la administración de
naloxona. Por ejemplo, la vida media de la morfina es de 3 horas; del
propoxifeno, 15 horas, y de la metadona, hasta 50 horas. (Cuadro 5).
Las dosis de naloxona son: (ver algoritmo 1) Adultos y niños >20 kg: 0.4 a 2 mg IV, repetir cada 2 a 3 minutos hasta lograr una respuesta adecuada (no pasar de 10 mg)
Niños
<20 kg: 0.01 mg/kg, repetir cada 2 a 3 minutos hasta lograr una respuesta
satisfactoria
Se
recomienda implementar monitoreo continuo de los pacientes después de revertir
la intoxicación por opioides, ante la necesidad potencial de dosis posteriores
de naloxona dependiendo del grado de intoxicación y vida media del opiáceo, en
bolo o infusión continua.
Se sugiere una dosis de mantenimiento en infusión continua cada 4 h durante 12 a 24 h, de acuerdo al grado de intoxicación. El nalmefene es un antagonista puro de los opiáceos, con mayor duración que la naloxona, con metabolismo hepático y eliminación renal.
El
inicio de acción posterior a la administración endovenosa es de 2 minutos, y su
efecto antagonista persiste por más de 8 horas. En caso de administración
intramuscular o subcutánea existe un retardo en la absorción, alcanzando niveles
plasmáticos a los 5 a 15 minutos. La vida media es de 8 a 11 horas, comparado
con 1 a 1.5 horas de la naloxona.
En
pacientes con intoxicación por opioides se recomienda de 1 a 2 mg de nalmefene
para revertir los efectos narcóticos, con alto margen de seguridad de hasta 24
mg via endovenosa. (ver algoritmo 1)
Las
reacciones adversas reportadas en el manejo de la intoxicación por opioides
son: vómito, diarrea, mareos y temblores. Otros efectos severos de la
administración de naloxona son convulsiones y edema pulmonar, especialmente en
usuarios habituales de opioides.
Las reacciones adversas por nalmefene son similares, incluyendo el edema pulmonar.
Las
benzodiacepinas tienen la capacidad específica de unirse a los receptores en el
canal ion cloruro del ácido gama aminobutírico (GABA) y potencializan la
inhibición del neurotransmisor del GABA.
El
mecanismo de acción de la naloxona es bloquear la inhibición de los receptores
GABA; sin embargo, su inhibición es débil.
La
naloxona mostró ser eficaz, con dosis de 0.4 mg (dos ampolletas) a los 30
minutos y 1 hora, en el tratamiento específico de la intoxicación aguda por
benzodiacepinas (diazepam, clonazepam, alprazolam y lorazepam). Sin embargo, es
recomendable que en futuros ensayos clínicos aletorizados la muestra de
pacientes sea de mayor tamaño.
Para
decidir el tratamiento específico de flumazenil en pacientes intoxicación aguda
por con benzodiacepinas, se debe reinterrogar el empleo concomitante con otro
tipo de fármacos (antidepresivos triciclicos, uso crónico de benzodiacepinas),
existencia de enfermedad adyacente (cardiológica, neurológica y respiratoria) y
descartar adicción a drogas de abuso.
El
estudio demostró que el flumazenil es efectivo y asociado a baja frecuencia de
efectos adversos en pacientes con intoxicación grave por benzodiacepinas. Sin
embargo, el número de pacientes que recibieron manejo fue bajo, por lo que se
recomienda tomar en cuenta los factores de riesgo (ingesta previa de
anticonvulsivantes, historia de convulsiones, dependencia a benzodiacepinas u
otras) que contraindiquen el uso de flumazenil.
De los
83 pacientes, 12 (14.5%) que recibieron tratamiento con flumazenil tenían
exposición a fármacos anticonvulsivantes y ninguno desarrolló convulsiones.
El
flumazenil se ha contraindicado en pacientes con intoxicación aguda por
benzodiacepinas, debido al riesgo de convulsiones. Sin embargo, de los 12
pacientes con exposición fármacos a anticonvulsivantes y que fueron tratados
con flumazenil, ninguno desarrolló crisis convulsivas.
El flumazenil es seguro y eficaz, y al menos en la población pediátrica no existe contraindicación para utilizarlo.
Las
dosis recomendadas de flumazenil son: (ver algoritmo 2) Adultos
Dosis iniciat 0.1 a 0.3 mg IV durante 30 segundos
Infusión
continua: 0.3 a 0.5 mg/h (intoxicación pura) y 21 mg/h (intoxicación mixta)
Dosis
máxima de 2 a 5 mg (en intoxicación pura la dosis máxima requerida es <1 mg,
a diferencia de intoxicación mixta, que requiere dosis altas, hasta de 2 mg)
En caso de nueva sedación, administrar flumazenil a dosis inicial efectiva o altas dosis, ya sea en bolo endovenoso, infusión continua o ambas
Neonatos y pediátricos
Dosis
inicial: 10 a 20 mcg/kg
La
re-sedación en población pediátrica se previene administrando la dosis inicial
efectiva o una tasa de infusión de 10 a 50 mcg/kg/h ajustado al peso corporal y
efectos clínicos
Pacientes
adolescentes y adultos con intento suicida, que presentan manifestaciones
clínicas de toxicidad, como miosis, depresión respiratoria y neurológica orientan
a una intoxicación por benzodiacepinas; sin embargo, el interrogatorio a los
familiares no siempre es confiable, y ante la probabilidad de que haya
congestión de otro tipo de fármacos y el desconocimiento de antecedentes de
exposición a drogas de abuso, se les brinda el tratamiento específico con dosis
múltiple de carbón activado.
La
dosis de carbón activado es de 1 g/kg/dosis diluido en 1 g de manitol 20% (1 g
= 5 ml), administrado en intervalos de cada 4 horas hasta completar seis dosis
(24 horas).
Se recomienda dosis múltiples (dos o más dosis) de carbón activado en pacientes con intoxicación aguda por opiáceos y sin antecedente de ingesta.
Se
recomienda como máximo dos dosis de carbón activado en pacientes con
intoxicación por opiáceos y antecedente de ingesta crónica, para evitar
revertir el efecto de la enfermedad.
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