ULCERA PEPTICA




La prevalencia de úlcera en estudios cruzados seccionales de corte transversal basados en la población, hasta un tercio de los adultos del mundo occidental se reportan con dispepsia. La prevalencia de úlcera péptica con síntomas gastrointestinales superiores se reporta de 10 a 20 %, pero la prevalencia en la población general se desconoce.

 

Las complicaciones de enfermedad ulcerosa péptica son fatales en aproximadamente 6,500 personas al año.

 

Con excepción de pacientes tomadores de analgésicos antiinflamatorios no esteroides (AINE's) y de los portadores de gastrinoma (sindrome de Zollinger-Ellison), el 95% de las úlceras duodenales y el 80% de las gástricas se asocian con infección por Helicobacter pylori.

Sin embargo, la incidencia de úlcera péptica está disminuyendo, posiblemente como resultado del incremento en el uso de inhibidores de la bomba de protones y la disminución en la frecuencia de infección por H. pylori.


La úlcera péptica es una patología del tracto gastrointestinal superior, caracterizado por daño o lesión en la pared gástrica o duodenal que penetra más allá de la capa muscularis mucose, cicatriza con tejido de granulación, y endoscópicamente es mayor de 5 mm. Es secundaria a la secreción de pepsina y acido gástrico, lo cual ocurre principalmente en el estómago y el duodeno proximal.


Educación para la salud

Cerca del 25 % de los pacientes con úlcera péptica tienen una complicación grave como hemorragia, perforación u obstrucción gástrica. Las úlceras silenciosas y las complicaciones son más comunes en pacientes añosos y en pacientes que toman AINE.

 

Pronóstico: un 80 a 90% de los pacientes sanarán con medicamentos y cambios en el estilo de vida, 60% recurrirá sin tratamiento (> 70% si el paciente es fumador), 20-30% recurrirá con tratamiento. Ocurre una disminución importante en la tasa de recurrencia de úlceras (las úlceras duodenales, con más frecuencia que las gástricas) posterior a la erradicación de la infección por H. pylori.

 

FACTORES DE RIESGO

 

Los dos mayores factores etiológicos para enfermedad ulcerosa son:

  1. Uso de AINE o inhibidores selectivos de la ciclo oxigenasa 2 (COX-2).
  2. Infección por Helicolbacter pylori.

 

La infección por H. pylori, los AINE y el tabaco son factores de riesgo para la úlcera péptica a considerar en la prevención.

 

Otros factores, como la edad, el sexo, la historia personal y/o familiar de úlcera, los estilos de vida no saludables, los trastornos de ansiedad y la utilización crónica incluso a dosis bajas de ácido acetilsalicílico (AAS), también se han asociado con la úlcera péptica y sus complicaciones. Los antecedentes de úlcera péptica aumentan la probabilidad de que un nuevo episodio de dispepsia se deba a una úlcera recurrente.


Historia clínica

 

Los síntomas típicos de la enfermedad ulcerosa péptica incluyen sensación ardorosa o dolor epigástrico quemante; el dolor aparece de dos a cinco horas después de la ingesta de los alimentos o en ayuno, y el dolor nocturno se alivia por alimentos, antiácidos o agentes antisecretores.

 

La exploración física es poco confiable en un estudio; el dolor a la palpación profunda reduce  la probabilidad de úlcera.

 

Si la presentación clínica inicial sugiere el diagnóstico de enfermedad ulcerosa péptica, el paciente debe ser evaluado en busca de síntomas de alarma. La anemia, hematemesis, melena o sangre en heces sugieren hemorragia; el vómito sugiere obstrucción; la anorexia o pérdida de peso sugieren cáncer; el dolor abdominal superior persistente irradiado hacia el dorso sugiere penetración; y el dolor abdominal superior severo, diseminado, sugiere perforación

 

ESTUDIOS DE LABORATORIO

A los pacientes menores de 55 años, sin síntomas de alarma debiera realizárseles alguna prueba no invasiva validada localmente, para detectar una infección por H. pylori (ELISA en suero, urea en aliento, antígeno en heces, ELISA y prueba rápida en orina) y aconsejárseles descontinuar el uso de AINE, tabaco, alcohol y drogas ilícitas. Queda por establecer la recomendación de siguiente paso de manejo en caso de un resultado positivo: realizar endoscopía o administrar tratamiento de erradicación.

 

La prueba del aliento con urea c es el método diagnóstico no invasivo de elección para la detección del H. pylori en los pacientes dispépticos.

 

La precisión diagnóstica de la prueba de aliento de la urea que es del 95%. Es un estudio preciso, práctico y fácilmente disponible.

 

Las pruebas no invasivas que se pueden emplear para estrategias de diagnóstico y tratamiento son la prueba de la ureasa en aliento y la prueba de antígeno en heces.

 

Los inhibidores de la bomba de protones son una fuente de falsos negativos en pruebas diagnósticas excepto en las serológicas. Los IBP deben suspenderse al menos dos semanas antes de realizar pruebas diagnósticas.

 

La serología debe considerarse como prueba diagnóstica cuando otras pruebas diagnósticas puedan ser falsas negativas, como en pacientes con úlceras sangrantes, atrofia gástrica, linfomas MALT, y uso reciente o actual de IBP y antibióticos.

 

La prueba del aliento con urea C se considera de elección en el control tras el tratamiento de erradicación del H. pylori en el paciente con úlcera duodenal.

 

En pacientes con diagnóstico de úlcera gástrica, el control tras el tratamiento de erradicación puede realizarse mediante el test rápido de la ureasa, en el momento de realizar la endoscopia de control.

 

En pacientes que se presenten para endoscopía sin tratamiento previo, una prueba de ureasa rápida positiva es suficiente para iniciar tratamiento.

 

Las pruebas para H. pylori activo incluyen la prueba de antígeno contra H. pylori y la prueba UMHS Peptic de urea en aliento.

 

La prueba de antígeno en heces se ha reportado con una sensibilidad y una especi ficidad de más de 90% en pacientes no tratados con sospecha de infección por H. pylori.

 

La prueba de urea en aliento tiene una sensibilidad y una especificidad de más de 90% para infección activa. Sin embargo, esta prueba requiere más preparación del paciente y es más costosa.

 

Las pruebas serológicas detectan anticuerpos para H. pylori con una sensibilidad y especi- ficidad de aproximadamente 90%. Las pruebas serológicas solo deben ser usadas para diagnóstico inicial de H. pylori ya que los niveles de anticuerpo a menudo permanecen elevados después de que se ha eliminado el H. pylori. Las pruebas serológicas no deben ser usadas después que los pacientes han sido tratados para H. pylori para confirmar la cura.

 

ESTUDIOS DE GABINETE

La endoscopía es la prueba diagnóstica de elección para investigar las lesiones del tracto digestivo superior y presenta un elevado rendimiento diagnóstico para patología orgánica en el paciente con dispepsia.

 

El test rápido de la ureasa es el método diagnóstico de elección para la detección del H. pylori en los pacientes dispépticos sometidos a una endoscopia.

En la úlcera gástrica, previamente al inicio del tratamiento, es recomendable investigar la  presencia de la infección por H. pylori.

 

Es recomendable que todo paciente con úlcera gástrica se le repita la endoscopia para evaluar la curación de la úlcera y excluir malignidad, aún si la apariencia endoscópica es benigna y las biopsias no muestran la evidencia de malignidad.

 

Es necesario evitar la toma de fármacos anti secretores (inhibidores de la bomba de protones, IBP) y antibióticos las dos y cuatro semanas previas, respectivamente, a la detección del H. pylori mediante la endoscopia o la prueba del aliento con urea C.

 

La repetición de la endoscopía, hasta que la úlcera gástrica haya cicatrizado completamente, aumenta la posibilidad de detectar un cáncer gástrico temprano, que puede ser potencialmente curable.

 

Se recomienda realizar una endoscopía temprana en todos los pacientes con sospecha de úlcera péptica que además tienen más de 55 años de edad, aquellos que además tienen síntomas y signos de alarma, y aquellos que además no responden al tratamiento.

 

Esto no está sujeto a controversia, pero se requieren más estudios para precisar los síntomas y signos predictores óptimos de alarma. Los propuestos por la AGA, la Alberta Medical Association o la guía española de dispepsia son: anemia, hematemesis, melena, prueba de sangre oculta en heces positiva (sugiere hemorragia); vómito importante, incoercible o recurrente (sugiere obstrucción); anorexia, pérdida de peso significativa no intencionada, masa abdominal palpable o historia familiar de cáncer de tubo digestivo alto (sugiere cáncer); dolor abdominal superior persistente irradiado a la espalda (sugiere perforación); disfagia u odinofagia; cirugía gástrica previa.

 

A los pacientes menores de 55 años, con sospecha de enfermedad ulceropéptica pero sin síntomas de alarma, no está justificado realizar una endoscopía de manera sistemática con la intención de descartar un cáncer gástrico.

 

La serie esófago-gastro-duodenal (SEGD) tiene una sensibilidad y especificidad de más de  90% en el diagnóstico de úlceras gástricas, úlceras duodenales y cáncer.

 

La SEGD está indicada cuando la endoscopia no es posible realizarse, o si se sospechan complicaciones como la obstrucción de la salida gástrica.

 

Si se realiza endoscopia, deben realizarse biopsias de mucosa para que, mediante la prueba histológica, la prueba rápida de ureasa, o ambas, detecten una infección por H. pylori o cáncer. No se requiere el cultivo de H. pylori para el diagnóstico inicial. Cuando se indica la endoscopia, la prueba de primera elección es la prueba de ureasa de una muestra del antro, sólo en pacientes que no hayan ingerido bismuto, inhibidores de la bomba de protones, ni antimicrobianos, en las últimas cuatro semanas, ya que estos medicamentos disminuyen la sensibilidad de la prueba.

 

La sangre en el lumen gástrico puede también comprometer la utilidad de la prueba de la ureasa de una biopsia antral. La prueba alternativa puede incluir el examen histológico de un espécimen tomado a cierta distancia del cráter de la úlcera y realizarle la prueba serológica.




En pacientes que reciben AINE por largo tiempo y que tienen úlcera péptica y/o sangrado, el tratamiento de mantenimiento con IBP es mejor que la erradicación de H pylori en la prevención de recurrencia de las úlceras y/o sangrado.

 

En los pacientes con úlcera duodenal, la fuerte asociación causal hace que no sea imprescindible investigar la presencia de la infección por H. pylori, para decidir administrar un tratamiento de erradicación. Esta recomendación pudiera cambiar en el futuro, a juzgar por la tendencia a reducirse esta asociación conforme pasa el tiempo.

 

Todos los pacientes con úlcera duodenal deben recibir tratamiento de erradicación.

 

Se recomienda el uso de bloqueadores de los receptores H2 por ocho semanas: cimetidina,  400 mg via oral cada doce horas; famotidina, 40 mg via oral cada 24 hrs, nizatidina, 150 mg vía oral cada 12 horas; ranitidina 150 mg via oral cada 12 horas

 

Los diferentes inhibidores de la bomba de protones parecen tener una eficacia similar a dosis estándar

 

Para la curación de úlceras, el lansoprazol a 30 mg, el omeprazol a 20 mg, el pantoprazol a 40 mg y el rabeprazol a 20 mg tienen similar eficacia a las cuatro semanas. El omeprazol a 40 mg (dosis alta) es más efectivo que el omeprazol a 20 mg, tanto a las cuatro semanas como a las ocho semanas. Para el tratamiento de mantenimiento de las úlceras en cicatrización, el lansoprazol a 30 mg y el omeprazol a 20 mg tienen eficacia similar a 18 meses.

 

El sucralfato es un protector de superficie y no debe administrarse con antiácidos bloqueadores de los recepotores H2. La dosis es de un gramo, 30 a 60 minutos antes de la ingesta de los alimentos y en la noche, por seis a ocho semanas, con una dosis de mantenimiento de un gramo dos veces al día.

 

Se recomienda el uso de antiácidos a dosis de 30 ml una y tres horas después de la ingesta de alimentos y en la noche, por seis a ocho semanas: hidróxido de aluminio y magnesio, con o sin simeticona, para aliviar los síntomas de acidez y de dispepsia.

 

El tratamiento actual consiste en la combinación de dos antibióticos asociados a un IBP a doble dosis durante periodos variables dependiendo de la región geográfica y la prevalencia.

 

Los esquemas de primera línea pueden ser triples o cuádruples (cuando se agrega una sal de bismuto cuatro veces al día y en dosis promedio de 525 mg).

 

En caso de alergia a la amoxicilina, se puede emplear como alternativa tetraciclina (500 mg cuatro veces/día) o metronidazol (250 mg cuatro veces/día). Debido a la alta tasa de resistencia al metronidazol, en nuestro medio no se utiliza de manera rutinaria.

 

Las alternativas de tratamiento son de utilidad en caso de falla terapéutica.

 

Los pacientes con úlcera gástrica y confirmación de infección por H. pylori deben recibir tratamiento de erradicación.

 

Las indicaciones absolutas de tratamiento de erradicación:

  • Úlcera péptica gástrica o duodenal, activa o no, con o sin complicaciones asociadas
  • Gastritis intestinal atrófica у metaplasia
  • Linfoma gástricotipo B de la zona marginal
  • Después de una resección gástrica parcial por cáncer
  • Familiares de primer grado de personas que han tenido cáncer gástrico y tienen H pylori
  • Uso crónico de IBP
  • Uso crónico de AINE en pacientes con antecedentes de úlcera péptica, con o sin complicaciones y factores de riesgo asociados
  • Uso crónico de AINE en pacientes con antecedentes de úlcera péptica, con o sin complicaciones y factores de riesgo asociados
  • Púrpura trombocitopénica idiopática y anemia por deficiencia de hierro de causa no explicada

 

La monoterapia no ha demostrado ser eficaz para erradicar al H pylori.

 

Tratamiento recomienda de utilizar primera elección: se un triple esquema combinado con un IBP a doble dosis con dos antibióticos por un periodo de 14 días.

 

La combinación de antibióticos más eficaz sigue siendo Claritromicina 500 mg dos veces al día y Amoxicilina 1g dos veces al día.

 

Tratamiento de segunda elección: esquema cuádruple con un IBP a doble dosis, tinidazol 1 g dos veces al día, tetraciclina 500 mg cuatro veces al día y bismuto 525 mg por 14 días.

 

Tratamiento secuencial: se inicia con IBP a doble dosis y amoxicilina 1 g dos veces al día durante 5 días, seguido por IBP a doble dosis más claritromicina y tinidazol a las dosis previamente descritas por 5 días más.

 

Tratamiento de tercera elección: IBP a dosis doble más azitromicina 500 mg al día por tres días, seguidos de IBP a dosis doble más furazolidona 200 mg tres veces al día por 10 días

 

Existen otros esquemas en los que se emplea furazolidona con diferentes antibióticos e IBP con tasas de erradicación que oscilan entre 60% y 90%.



La cirugía está indicada en:

  1.  Pacientes intolerantes a los medicamentos
  2.  Pacientes que no cumple con los regímenes de medicación.
  3.  Pacientes con riesgo de complicaciones:
    1.      Trasplantados
    2.      Dependientes de esteroides o antiinflamatorios no esteroides
    3.      Úlceras gástricas o duodenales gigantes
    4.      Falta de cicatrización de la úlcera
  4.  Pacientes con recidiva durante la terapia de mantenimiento.
  5.  Pacientes con múltiples cursos de medicamentos.

 

El manejo quirúrgico incluye:

  • Gastrectomía distal subtotal
  • Vagotomía, para evitar recurrencias
  • Vagotomía y drenaje
  • Vagotomía y antrectomía


En la úlcera duodenal, generalmente, la resolución completa de los síntomas indica una erradicación satisfactoria de la infección, la cual no es necesario comprobar.

 

En la úlcera gástrica se requiere la realización de una endoscopia de control y se recomienda mantener el tratamiento anti-secretor hasta confirmar la erradicación.

 

En los pacientes con úlcera duodenal, la fuerte asociación causal hace que no sea  imprescindible investigar la presencia de la  infección por H. pylori, para decidir administrar un tratamiento de erradicación. Esta  recomendación pudiera cambiar en el futuro, a juzgar por la tendencia a reducirse esta asociación conforme pasa el tiempo.

 

Todos los pacientes con una úlcera gástrica (o duodenal también, si no, se administrará tratamiento completo de erradicación con antimicrobianos) aguda documentada, aunque sea inducida por AINE, debe ser estudiada específicamente para confirmar o descartar una infección por H. pylori. Los pacientes con historia confirmada de úlcera y sintomatología actual deben también ser evaluados, estén o no tomando medicamentos antisecretores. La prueba diagnóstica debe realizarse antes de que traten a cualquier paciente para confirmar la presencia de infección por H. pylori. El tratamiento se debe ofrecer a cualquier paciente que tenga prueba positiva para el H. pylori, aún en ausencia de una úlcera.

 

La terapia de erradicación de H. pylori es más efectiva que la terapia antisecretora en la prevención de la hemorragia recurrente por  úlcera péptica.


Si tras llevar a cabo el tratamiento de erradicación de segunda línea, la prueba del aliento con urea C es positiva, derivar al  paciente al especialista del aparato digestivo. 

Si la presentación clínica inicial sugiere el diagnóstico de enfermedad ulcerosa péptica, deben investigarse síntomas de alarma en el paciente.

 

La anemia, hematemesis, melena o sangre en heces sugiere sangrado; el vómito sugiere obstrucción; la anorexia o pérdida de peso sugieren cáncer. 

El dolor abdominal superior persistente irradiado hacia el dorso sugiere penetración.

 

El dolor abdominal superior intenso, diseminado, sugiere perforación. 

La enfermedad ulcerosa péptica refractaria (que falla en cicatrizar después de ocho a 12 K semanas de terapia) puede ser causada por: 

  1. Infección persistente o resistente por H.pylori 
  2. Uso continuado de antiinflamatorios no esteroides 
  3. Úlceras gigantes que requieran mayor tiempo para cicatrizar 
  4. Cáncer 
  5. Tolerancia resistencia a los medicamentos Estados hiper-secretores

 

La cirugía está indicada en:

  1.  Pacientes intolerantes a los medicamentos
  2.  Pacientes que no cumple con los regímenes de medicación.
  3.  Pacientes con riesgo de complicaciones:
    1.  Trasplantados
    2.  Dependientes de esteroides o antiinflamatorios no esteroides
    3.  Úlceras gástricas o duodenales gigantes
    4.  Falta de cicatrización de la úlcera.
  4.  Pacientes con recidiva durante la terapia mantenimiento
  5.  Pacientes con múltiples cursos de medicamentos

 

Los pacientes con uno o más signos y síntomas de alarma (pérdida de peso, vómitos, disfagia, sangrado digestivo y presencia de una masa abdominal palpable) deben ser derivados para la realización de una endoscopía.


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