varices esofagicas

 

La hipertensión portal es la complicación que se asocia con mayor frecuencia a la enfermedad hepática crónica, originando las manifestaciones clínicas más severas de cirrosis como son sangrado por várices gastroesofágicas, gastropatía hipertensiva portal, ascitis, peritonitis bacteriana espontánea, síndrome hepato-renal, encefalopatía hepática, síndrome hepatopulmonar y porto-pulmonar, bacteremia e hiperesplenismo

El término “hipertensión portal” fue usado por primera vez en 1920 por Mclndoe, quien encontró que la presión portal esta incrementada en pacientes con cirrosis. La hipertensión portal se traduce como el incremento del gradiente de presión portosistémico (diferencia de presiones entre vena porta y vena cava inferior), el cual puede ser evaluado clínicamente por la medición del gradiente de presión venoso hepático (GPVH) por medio de la cateterización de la vena porta. Con un GPVH mayor o igual de 10 mmHg existe el riesgo de desarrollar várices gastroesofágicas y el resto de complicaciones clínicas de enfermedad hepática crónica descompensada a lo que se le conoce también como “hipertensión portal clínicamente significativa”.

La cirrosis hepática es una causa importante de morbilidad y mortalidad global, responsable de aproximadamente el 2% de la mortalidad mundial.La cirrosis es con mucho la causa más común de hipertensión portal, representando el 90% de los casos en Europa y 80% de los casos en Asia y África.

Los principales factores de riesgo identificados son el consumo excesivo de alcohol, la infección crónica por vitus de hepatitis B y C y cada vez más frecuente, los casos relacionados a esteatohepatitis no alcohólica como causante. Por otro lado, en México la cirrosis hepática fue la cuarta causa de mortalidad en 2010, siendo responsable del 18% de las muertes en el género masculino con edades entre 40 y 49 años.

Al momento del diagnóstico, más de la mitad de los pacientes con cirrosis han desarrollado várices gastroesofágicas y con la progresión de la enfermedad se presentan hasta en un 90% de los pacientes. Las várices están presentes en aproximadamente 40% de los pacientes con cirrosis compensada y en el 60% de los que tienen ascitis. La presencia de várices se correlaciona con la gravedad de la enfermedad hepática: 20 a 40% de los pacientes con clase funcional A de Child-Pugh tienen várices gastroesofágicas, comparado con más del 85% de los pacientes con clase C.

 

Una de las principales causas de morbi-mortalidad en el paciente con cirrosis es el desarrollo de hemorragia variceal. Cada episodio de sangrado variceal está asociado a 30% de mortalidad y de los pacientes que sobreviven a un sangrado activo, tienen hasta 70% de riesgo de recurrencia dentro del siguiente año.El desarrollo de várices gastroesofágicas tiene una incidencia anual del 5% a 9% en quienes no se les encontró várices al momento del diagnóstico

 En cambio, las várices gástricas están presentes en el 20% de los pacientes con hipertensión portal y representan 5 a 10% de todas las causas de sangrado digestivo alto en los pacientes con cirrosis. Éstas últimas, conllevan de 10% a 16% de riesgo de sangrado en un año y un 25% de riesgo a 2 años.

A pesar de la mejoría en el pronóstico de los pacientes con sangrado variceal, la necesidad de optimizar el manejo de sangrado variceal agudo ha sido señalada en varios reportes de la literatura mundial.

Sangrado variceal. Es definido como el sangrado de una várice esofágica o gástrica al momento de realizar la endoscopia o la presencia de várices esofágicas grandes con presencia de sangrado en el estómago sin otras causas identificadas de sangrado.

Tiempo cero: Es el tiempo desde la admisión a la atención médica.

Sangrado clínicamente significativo. Se define por:

 · Transfusión de ≥ 2 U de sangre total en 24 horas a partir del tiempo cero en conjunto con presión arterial sistólica ≤ 100 mmhg, cambios posturales de ≥ 20 mmhg y/o frecuencia cardiaca de ≥ 100 a partir del tiempo cero.

Episodio agudo de sangrado. Evento de sangrado en un intervalo de 120 horas (5 días) a partir del tiempo cero.

Falla de tratamiento. Se define por uno de los siguientes criterios si ocurren dentro de las 120 horas a partir del tiempo cero:

 · Hematemesis o sangre en el aspirado nasogástrico > 100 ml, 2 horas después del inicio de un tratamiento farmacológico o endoscópico específico.

· Desarrollo de choque hipovolémico.

· Disminución de la hemoglobina ≥ 3 gr en un periodo de 24 horas

Resangrado temprano. Sangrado que ocurre después de > 120 horas pero < de 6 semanas del tiempo cero, con hemostasia previa mantenida por lo menos 24 horas.

Resangrado tardío. Es el sangrado que ocurre ≥ 6 semanas desde el tiempo cero.

Resangrado clínicamente significativo. Es definido como la presencia de melena o hematemesis recurrente y por lo menos uno de los siguientes:

· Ingreso a hospital.

· Transfusión de concentrado eritrocitario.

· Disminución de 3 gr/dl la hemoglobina

· Muerte dentro de las primeras 6 semanas.

Mortalidad temprana: muerte dentro de las primeras 6 semanas del episodio inicial del sangrado.

Las várices esofágicas están presentes en el 50% de los pacientes con cirrosis hepática (hipertensión portal).

Al momento de la exploración física se deben buscar datos clínicos específicos tales como ectasias vasculares y colaterales porto-sistémicas abdominales que se relacionan con la presencia de várices esofágicas, sin embargo la ausencia de estos datos, no descarta hipertensión portal ni várices esofágicas.

La endoscopia es el estándar de oro para el diagnóstico de várices esofágicas y gástricas.

Se recomienda realizar endoscopia a todos los pacientes con cirrosis hepática para la detección oportuna de várices esofágicas y gástricas al momento del diagnóstico.

Al realizar una endoscopia diagnóstica, se recomienda evaluar factores predictores de hemorragia que incluyen las siguientes características:

· Ubicación. Es más común el sangrado en las esofágicas que en las gástricas.

· Tamaño de las várices. Mayor riesgo de sangrado en las grandes (>5mm).

· Presencia de signos rojos o datos inminentes de sangrado (estría roja, punto de fibrina, várice sobre várice, hematoquiste, mancha rojo cereza) (Ver anexo 3.2, Cuadro 2).


 


Como cualquier procedimiento invasivo, se deberá valorar el riesgo – beneficio antes de realizar la endoscopia. Existen pocas contraindicaciones precisas para la realización de este procedimiento, además de otras contraindicaciones relativas que se describen en el Anexo 3.2, Cuadro 3.




En pacientes sin várices esofágicas, la medición del gradiente de presión venosa hepática (GPVH) es el mejor método para predecir el desarrollo de complicaciones de cirrosis (encefalopatía, hemorragia variceal y ascitis).

El GPVH mayor de 10 mmHg es el predictor más fuerte para el desarrollo de várices esofágicas. Mientras que los pacientes con GPVH menor a 10 mmHg, tienen un riesgo bajo de desarrollar várices esofágicas a 5 años.

Existen otros métodos diagnósticos no invasivos para pacientes con bajo riesgo como exámenes de laboratorios, ultrasonido, cápsula endoscópica y elastografía hepática.

El ultrasonido hepático es un estudio de imagen seguro, de bajo costo, para evidenciar anormalidades asociadas con hipertensión portal como la presencia de circulación colateral, dilatación de la vena porta y esplenomegalia, sin embargo, tiene poca sensibilidad para correlacionarse con várices esofágicas.

Una opción no invasiva, de bajo costo que hace sospechar de la presencia de várices esofágicas en pacientes con hipertensión portal es la asociación de los siguientes:

· Relación internacional normalizada (INR) mayor a 1.5.

· Diámetro de vena porta mayor a 13 mm por ultrasonido hepático.

· Plaquetas menores de 150 000/μl. Sin embargo, la exactitud predictiva sigue sin ser satisfactoria.

No se recomienda utilizar de manera individual, los resultados de laboratorio clínico (plaquetas e INR) o los datos ultrasonográficos abdominales, para considerar la presencia de várices esofágicas.

A pesar de la baja evidencia de efectos adversos y la buena tolerabilidad, la capsula endoscópica, no sustituye a la endoscopia para la detección de várices esofágicas.

En pacientes con aumento de la rigidez hepática (mayor de 20 kPa por elastografía) y disminución de las plaquetas se sugiere realizar endoscopia.

Hasta el momento no hay evidencia de que los métodos indirectos de diagnóstico de várices esofágicas superen a la endoscopia.


Aproximadamente 70% de los pacientes con sangrado variceal no tratados mueren dentro del siguiente año. Las causas de muerte incluyen:

  1. · Recurrencia de sangrado.
  2. · Falla hepática.
  3. · Encefalopatía hepática.
  4. · Ascitis y complicaciones.
  5. · Infecciones

 

Existen tres objetivos primarios en el manejo agudo del sangrado variceal activo:

  1. · Resucitación hemodinámica.
  2. · Prevención y tratamiento de las complicaciones.
  3.  · Tratamiento del sangrado.

Todos deben realizarse de forma simultánea y con un equipo multidisciplinario.

La mayoría de los pacientes con sangrado variceal están lo suficientemente estables para realizar una historia clínica completa, destacando:

· Historia de consumo excesivo de alcohol y/o uso de drogas intravenosas.

· Comorbilidades, en especial para estimar el riesgo y decidir si se usarán fármacos vasopresores.


Los siguientes factores tienden a duplicar el riesgo de muerte por sangrado variceal.

· Adultos mayores.

· Comorbilidades.

· Género masculino.

· Retardar endoscopia más de 24 horas.


Una exploración física completa es de suma importancia haciendo hincapié en:

· Temperatura (las infecciones aumenta la mortalidad).

· Confusión. (encefalopatía, supresión etílica o drogas).

· Estigmas de enfermedad hepática crónica e ictericia

En los pacientes con sangrado variceal se recomienda realizar exámenes de laboratorio que incluyan: citometría hemática completa, tiempos de coagulación, grupo sanguíneo, pruebas de función hepática, función renal y cruce de sangre. En casos seleccionados ultrasonido abdominal, cultivos de orina, hemocultivos y radiografía de tórax.

Probablemente el paso más importante en el manejo del paciente con sangrado agudo variceal es el soporte inicial de acuerdo al ABC (por sus siglas en inglés: airway, breathing, circulation), manteniendo una adecuada saturación de oxígeno, estado hemodinámico y protección de la vía aérea para evitar aspiración en quien lo amerite.

La restauración del volumen intravascular es prioritaria para conservar la perfusión tisular y mantener la estabilidad hemodinámica.

En el paciente con sangrado, se recomienda colocar dos accesos intravenosos (16-18 G) a su ingreso a urgencias. En aquéllos con dificultad para obtener accesos venosos periféricos, con enfermedad hepática avanzada o lesión renal aguda asociada, un acceso venoso central pudiera ser el idóneo.

Se recomienda realizar reposición de volumen de forma precoz para mantener la presión sistólica entre 90-100 mmhg, los coloides son las soluciones de elección por presentar menos alteraciones de la hemostasia y reacciones anafilácticas que los dextranos.

Los pacientes con sangrado variceal deben ser monitoreados estrechamente para evitar la sobrecarga de volumen por el riesgo de hipertensión portal de rebote que favorece el resangrado

Se recomienda transfusión de plaquetas en pacientes con sangrado activo y cifras de plaquetas menores a 50,000 / μl.

No se recomienda la transfusión de plaquetas en pacientes sin sangrado activo y que estén hemodinámicamente estables.


Se recomienda la transfusión de plasma fresco congelado en pacientes con uno de los siguientes:

· Niveles de fibrinógeno menor a 1 gr/L.

· Tiempo de protrombina, INR o tiempo de tromboplastina parcial activada mayor a 1.5 veces el normal.

No existe evidencia suficiente para recomendar el uso de factor VIIa recombinante en el sangrado agudo variceal.


El primer paso para detener el sangrado variceal es el inicio de la terapia farmacológica vasoactiva, las dos clases que han sido usadas son:

· Vasopresina o sus análogos (terlipresina).

· Somatostatina o sus análogos (octreótide).

Los fármacos vasoactivos reducen el flujo sanguíneo portal, como grupo han demostrado reducción de la mortalidad y mejorar la hemostasia en pacientes con sangrado variceal

Se recomienda que en pacientes con sospecha de sangrado variceal los agentes vasoactivos sean iniciados tan pronto sea posible, antes de la endoscopia.

Se recomienda el uso de terlipresina en todos los pacientes con sangrado variceal, iniciando tan pronto como se establezca la sospecha diagnóstica, hasta lograr control del sangrado o máximo 5 días. Dosis: 2 mg intravenosos cada 4 horas y puede titularse a 1 mg intravenoso cada 4 horas una vez que la hemorragia está controlada

Se recomienda la vigilancia de los niveles de sodio en el paciente que utiliza terlipresina ya que se asocia al desarrollo de hiponatremia

La somatostatina inhibe la liberación de hormonas vasodilatadoras como el glucagón e indirectamente causa vasoconstricción esplácnica selectiva con disminución del flujo portal. El octreótide es análogo de la somatostatina.

Los efectos más consistentes del octreótide son la disminución del flujo colateral (vena ácigos), disminución de la presión en la vena porta e incremento de la presión arterial sistémica

La dosis recomendad de octreótide es de 50 mcg en bolo seguido de infusión de 25-50 mcg/hr por 5 días.

Se recomienda que en donde se disponga de terlipresina se utilice como terapia de primera línea en lugar de octreótide.

Se recomienda que los fármacos vasoactivos (terlipresina, octreótide) se utilicen en conjunto con la terapia endoscópica y continuarlos por 5 días.

Las complicaciones relacionadas al sangrado y al tratamiento contribuyen sustancialmente a incrementar la mortalidad. Muchos pacientes mueren por las complicaciones que se desarrollan posteriores a su ingreso.

Las principales complicaciones que aumentan la mortalidad son:

  1. · Neumonía por aspiración.
  2. · Encefalopatía hepática.
  3. · Sepsis.
  4. · Agudización de insuficiencia hepática crónica.
  5. · Lesión renal aguda. (Es frecuente que múltiples complicaciones aparezcan de forma simultánea).

Se recomienda la protección de la vía aérea en pacientes con hematemesis grave antes de realizar la endoscopia diagnóstica/terapéutica, especialmente en pacientes con sospecha de intoxicación o alteración del estado de alerta.

Las infecciones más comunes son:

  1. · Infección de vías urinarias (29%-12%).
  2. · Peritonitis bacteriana espontanea (23%-7%). ·
  3.  Infecciones respiratorias (10%-6%).
  4. · Bacteriemia primaria (11%-4%).


El antibiótico adecuado y la duración del mismo no está aún clara. Se han utilizado en los diferentes estudios:

  1. · Ofloxacino 400 mg/día.
  2. · Norfloxacino 400-800 mg/día.
  3. · Ciprofloxacino 400-1000 mg/día. Sin embargo se ha descrito alta resistencia a quinolonas

Se recomienda instaurar la terapia antibiótica para todos los pacientes con sospecha o confirmación de sangrado variceal de manera ideal desde su ingreso (antes de la endoscopia).

Se recomienda administrar ceftriaxona 1 gr/día vía intravenosa por 7 días especialmente en pacientes con cirrosis avanzada y en centros con alta prevalencia de resistencia a las quinolonas.

En pacientes que son egresados antes de concluir el esquema de 7 días de tratamiento intravenoso, se recomienda prescribir ciprofloxacino 500 mg vía oral cada 12 horas hasta completar 7 días.

Se debe considerar las características de cada paciente y la resistencia local antimicrobiana para decidir la terapia ideal de profilaxis

En presencia de encefalopatía hepática y sangrado variceal se recomienda dar tratamiento estándar para encefalopatía, aunque no hay estudios específicos del manejo de estas dos entidades.

Se recomienda un apropiado remplazo de volumen, evitar el uso de aminoglucósidos y otros nefrotóxicos para minimizar el riesgo de lesión renal aguda

Se recomienda realizar la resucitación hemodinámica inicial, seguida de endoscopia alta y como objetivo, realizarla dentro de las primeras 12 horas de presentación.


PROFILAXIS

La profilaxis pre-primaria tiene el objetivo de prevenir el desarrollo de várices en pacientes con hipertensión portal que aún no han desarrollado várices. Consiste en:

· Modificaciones en el estilo de vida.

· Reducción de peso en caso de obesidad.

· Abstinencia del alcohol.

Se recomienda instruir al paciente en realizar las modificaciones en el estilo de vida en dieta y ejercicio que contribuyan a la disminución del peso corporal y favorezcan la reducción del GPVH.

La obesidad empeora la historia natural de pacientes con cirrosis compensada de cualquier etiología.

Se debe considerar la abstinencia de alcohol en todos los pacientes con cirrosis sin importar su etiología.

Existen múltiples etiologías de hipertensión portal, algunas no cirróticas, por lo que se requiere de una evaluación de las mismas en pacientes en profilaxis primaria (Ver Anexo 3.2, Cuadro 4).




El tratamiento de la causa etiológica en la enfermedad hepática crónica puede mejorar la función hepática y esto podría traducirse en una reducción de la presión portal y prevenir complicaciones.

La profilaxis primaria se refiere a la prevención del primer evento de sangrado variceal en un paciente que se evidencia con várices esofágicas.


La profilaxis primaria está basada en cualquiera de 2 intervenciones: 

· Manejo farmacológico utilizando un betabloqueador no selectivo. 

· Profilaxis con endoscopia usando ligadura variceal endoscópica (LVE).

Los pacientes deben ser estratificados de acuerdo a la presencia de cirrosis hepática compensada o descompensada, para lo cual deberá utilizarse la clasificación de Child-Pugh. Donde la clase A se considera compensada y la B y C como descompensada (Ver Anexo 3.2, Cuadro 1)




Las várices esofágicas deberán clasificarse en pequeñas (menores a 5mm) o grandes (mayores a 5mm).

La profilaxis primaria (beta-bloqueador no cardioselectivo o la ligadura endoscópica) está recomendada en: 

· Várices pequeñas en Child-Pugh B o C. 

· Várices grandes sin importar la clase Child-Pugh.

Puede considerarse profilaxis primaria a base de betabloqueador no cardioselectivo en pacientes con várices esofágicas pequeñas con estigma de sangrado o clase Child-Pugh C.

Se recomienda realizar endoscopia en aquellos pacientes en los que se evidencia descompensación de la clase de ChildPugh.

En caso de existir contraindicación o intolerancia al betabloqueador no cardioselectivo se recomienda ligadura variceal endoscópica.

Los pacientes con cirrosis compensada (Child-Pugh A) sin presencia de várices esofágicas en la endoscopia y que no han recibido tratamiento de la causa que condicionó el daño hepático, deberá realizarse vigilancia endoscópica a intervalo de 2 años

Los pacientes con cirrosis compensada (Child-Pugh A) sin várices esofágicas y que ya recibieron tratamiento de la causa que condicionó el daño hepático, deberá realizarse vigilancia endoscópica a intervalo de 3 años.

Los pacientes con presencia de várices esofágicas pequeñas deberán realizarse una endoscopia cada año.

Se recomienda vigilancia endoscópica cada 2 años en los pacientes con presencia de várices esofágicas pequeñas con clase Child-Pugh A y que han recibido tratamiento de la etiología que condicionó el daño hepático.

Está indicado realizar ligadura variceal endoscópica si existe contraindicación para el uso de beta-bloqueadores no cardioselectivos.

Los beta-bloqueadores no cardioselectivos (propranolol, nadolol y carvedilol) son válidos como tratamiento profiláctico de primera línea.

La dosis de propranolol recomendada es de 20- 40 mg 1-2 veces al día, la dosificación se titula hasta la dosis máxima tolerada o una vez que se logra una frecuencia cardíaca de 50-55 latidos por minuto.

Se sugiere que el tratamiento con beta-bloqueadores no cardioselectivos sean suspendidos en el momento que el paciente con cirrosis presente peritonitis bacteriana espontánea, daño renal o hipotensión.

Se recomienda ajustar dosis del beta-bloqueador no cardioselectivo en caso de bradicardia sintomática.

La monoterapia con mononitrato de isosorbide, la derivación porto-sistémica y la escleroterapia no están recomendadas como tratamiento de primera línea para evitar un primer evento de sangrado.


PROFILAXIS SECUNDARIA

La profilaxis secundaria se refiere a la prevención de recurrencia de sangrado variceal, dada la alta tasa de recurrencia de esta entidad, es necesaria a todo paciente posterior a un evento.

Dado que la gravedad de la enfermedad hepática ha demostrado ser un buen predictor de recurrencia de sangrado variceal, se debe establecer la clase funcional Child-Pugh (Ver anexo 3.2, Cuadro 1). Los pacientes en clase funcional Child-Pugh A pueden requerir sólo terapia farmacológica, sin embargo, aquéllos con clase Child-Pugh B o C requieren una terapia combinada, más agresiva.

Los beta-bloqueadores no cardioselectivos junto con la ligadura variceal endoscópica son el tratamiento de elección para prevenir la recurrencia del sangrado variceal (profilaxis secundaria).

El tratamiento con ligadura variceal endoscópica no debe ser usado como monoterapia a menos que se presente intolerancia o contraindicación a los beta-bloqueadores no cardioselectivos.

El tratamiento con beta-bloqueadores no cardioselectivos debe ser usado como monoterapia en pacientes con cirrosis en quienes no se puede realizar ligadura variceal endoscópica o no quieren ser tratados.

Los beta-bloqueadores no cardioselectivos son considerados el tratamiento de primera línea para prevenir la recurrencia del sangrado debido a gastropatía hipertensiva portal.

El uso de heparina de bajo peso molecular y los antagonistas de vitamina K están aceptados para el tratamiento de trombosis aguda del sistema venoso portal o del tracto de salida venoso hepático.

TRATAMIENTO ENDOSCOPICO

Posterior a la reanimación hemodinámica, los pacientes con hemorragia gastrointestinal y características clínicas que sugieran cirrosis deben ser sometidos a endoscopia en las primeras 12 horas.

En el manejo del sangrado variceal agudo, se recomienda utilizar la combinación de terapia con fármacos vasoactivos y ligadura variceal, en lugar de solo ligadura

La ligadura variceal es la terapia endoscópica de elección para el control de sangrado secundario a várices esofágicas ya que se asocia con menos efectos adversos y menor mortalidad en comparación con la escleroterapia

El diagnóstico de sangrado variceal se considera cierto cuando se observa sangrado activo de una várice o un signo de sangrado reciente, como un punto de fibrina o “pezón blanco”

Si durante el procedimiento endoscópico las várices esofágicas son la única lesión encontrada y hay sangre presente en el estómago, el sangrado variceal debe ser inferido. De igual forma si la endoscopia es realizada posterior a las 24 horas del inicio del sangrado.

Si una fuente variceal es confirmada o sospechada como causa de sangrado de tubo digestivo alto, la ligadura variceal debería ser realizada.

Se sugiere que la escleroterapia sea reservada para pacientes en quienes la ligadura sea técnicamente difícil de realizar.

La ligadura o adhesivos tisulares (N-butilcianoacrilato) pueden ser usados en hemorragia de várices gastroesofágicas tipo 1 (GOV1).

El tratamiento con adhesivos tisulares (Nbutilcianoacrilato) es recomendado para várices gastroesofágicas que se extienden más allá del cardias tipo 2 (GOV2) y en hemorragia aguda de várices gástricas aisladas (IGV). (Ver Anexo 3.2, Cuadro 5).




En pacientes con alteraciones en el estado de conciencia (encefalopatía) la endoscopia debería ser realizada con protección de la vía aérea.

Para prevenir el resangrado de várices gástricas, se sugiere inyección adicional (después de 2-4 semanas) del adhesivo tisular además del uso de beta-bloqueador o TIPS.

De no contar con el servicio de endoscopia al momento de ingreso se puede utilizar taponamiento con balón (Sonda: Sengstaken-Blakemor), de forma temporal, de preferencia no mayor a 24 horas.


OPCIONES TERAPEUTICAS DE RESCATE

Del 10-20% de los pacientes con hemorragia variceal no responde al manejo endoscópico y/o farmacológico inicial.

En caso de que exista un resangrado y el paciente se encuentre con estabilidad hemodinámica, se podrá realizar una segunda terapia endoscópica.

Si una segunda terapia endoscópica falla o el sangrado es clínicamente significativo (hemorragia grave), se debe ofrecer al paciente una terapia de rescate (por ejemplo balón Sengstaken-Blakemor) para evitar el deterioro de su condición clínica.

Debido a la alta incidencia de efectos adversos, la sonda de balones solo deberia ser usada en sangrado variceal esofagico por un corto periodo de tiempo (no mayor a 24 horas). Se utiliza como puente temporal hasta que otro tratamiento definitivo sea proporcionado.

 

En la medida de lo posible, se recomienda tener monitoreo continuo y considerar la intubacion orotraqueal hasta que el tratamiento definitivo sea realizado.

 

Las cirugias derivativas mas comunes son la esplenorrenal distal (tecnica de Warren) y la desvascularizacion esogafogastrica (tecnica de Sugiura).



Se sugiere que las varices sean ligadas en intervalos de 2-4 semanas hasta la erradicación.

 

Posterior a la erradicacion de las varices esofagicas se debe realizar el seguimiento endoscopico a los 3 meses y despues cada 6 meses. En caso de que recurran las varicesesofagicas, se deben tratar con ligadura hasta su erradicacion.

 

Los pacientes con varices gastroesofagicas GOV1 deben ser incluidos en un programa de ligadura de varices esofagicas. (Ver Anexo 3.2, Cuadro 5).

 

En pacientes con varices gastroesofagicas GOV2 y gastricas aisladas IGV, se recomienda el seguimiento endoscopico e inyeccion de N-butilcianoacrilato en caso de presentarse. El tiempo del seguimiento permanece incierto.

 

Los beta-bloqueadores deberan de reiniciarse una vez que las complicaciones (hemorragia activa, peritonitis, encefalopatia) o los parametros (frecuencia cardiaca, hiponatremia) se resuelvan y deberan de iniciarse a dosis bajas.



La tasa de mortalidad del sangrado de varices esofágicas es de al menos el 20% en las primeras 6 semanas.

Los pacientes en clase Child-Pugh A sin presencia de varices endoscopicas tienen una mortalidad anual del 1.5% (Ver Anexo 3.2, Cuadro 6).


 


Las variables que mejor predicen la mortalidad a 6 semanas son:

Clase funcional Child-Pugh C.

Escala de MELD actualizada

Falla a la terapia hemostatica.

 

Se recomienda utilizar la escala de MELD para estimar el riesgo de resangrado y la mortalidad a 6 semanas.





Todo paciente con diagnostico de cirrosis hepatica debe de enviarse a estudio de endoscopia como parte del protocolo de estudio en busca de varices esofago – gastricas.

Se debe de enviar a realizar endoscopia a segundo nivel al momento de que exista evidencia o sospecha de sangrado en el paciente cirrotico, posterior al manejo medico inicial.

Se debera enviar a tercer nivel de atencion aquellos pacientes con sangrado de dificil control o resangrado, si no se cuenta en la unidad con los recursos necesarios para ofrecer una terapia definitiva endoscopica o quirurgica









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