DISLIPIDEMIAS (Hipercolesterolemia ) EN EL ADULTO
El control de
los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular es la principal estrategia
para disminuir la morbi-mortalidad por esta causa. Existen los modificables
como tabaquismo, hipertensión, diabetes mellitus, dislipidemia y obesidad y los
no modificables como la edad (hombres mayores de 45 años y mujeres de 55 años),
sexo, raza, antecedente de cardiopatía isquémica prematura en primer grado
(hombres menores de 55 años o mujeres de 65 años). Es por ello que el control
de la dislipidemia, sobre todo la elevación del colesterol-LDL (C-LDL), toma
tal relevancia para disminuir la presentación de enfermedades cardiovasculares
Es importante resaltar que la asociación de dislipidemia con otros factores de riesgo cardiovascular, como diabetes, hipertensión, obesidad y tabaquismo, incrementa
Las
dislipidemias son un conjunto de enfermedades resultantes de concentraciones
anormales de colesterol, triglicéridos, C-HDL y C-LDL en sangre, que participan
como factores de riesgo en la enfermedad cardiovascular.
Se
clasifican en primarias y secundarias, el primer grupo lo constituyen
trastornos caracterizados por defectos en las enzimas, receptores o metabolitos
que participan en la síntesis y eliminación de las lipoproteínas, la más
frecuente es la hipercolesterolemia familiar, seguida por hiperlipidemia
familiar combinada, disbetalipoproteinemia e hipertrigliceridemia familiar.
El segundo
grupo incluye alteraciones en los lípidos como consecuencia de otras
enfermedades: diabetes mellitus, hipotiroidismo, síndrome nefrótico, uso de
algunos fármacos.
Para el
diagnóstico de dislipidemia es necesario medir los lípidos en sangre, los
niveles de normalidad para colesterol total es menor de 200 mg/dl, triglicéridos
menor de 150 mg/dl y C-HDL mayor de 40 mg/dl.
El C-LDL ha
reemplazado al colesterol total, como medición primaria para evaluar el riesgo
por lipoproteínas aterogénica y permanece como la medición más usada como
objetivo de tratamiento.
El C-LDL, se
calcula por la fórmula de Friedewald (siempre que los niveles de triglicéridos
se encuentren menores de 400 mg/dl): “C- LDL = Colesterol
total – [C-HDL + (triglicéridos /5)]”.
El objetivo de
C-LDL en pacientes con muy alto riesgo cardiovascular
es ser menor de 70 mg/dl; en alto riesgo cardiovascular
menor de 100 mg/dl y en moderado o bajo riesgo
cardiovascular un C-LDL menor a 115 mg/dl.
No solo los
niveles elevados de C-LDL incrementan el riesgo cardiovascular, también las
lipoproteínas ricas en triglicéridos y remanentes de lipoproteínas son
aterogénicas; por lo que se sugiere utilizar como alternativa a la medición del
C-LDL, la medición de colesterol No-HDL (C-No
HDL) como objetivo terapéutico, este parámetro valora la cantidad total de
colesterol no transportado en las HDL.
El C-No HDL, se
obtiene con la siguiente formula: C-No HDL =
Colesterol total – C-HDL. En población de muy alto riesgo los objetivos de
tratamiento basados en C-No HDL son <100 mg/dl, en alto riesgo <130
mg/dl y en moderado a bajo riesgo cardiovascular <145
mg/dl.
El metabolismo
de los lípidos puede estar alterado en diferentes vías, favoreciendo a cambios
en la concentración o función de las lipoproteínas plasmáticas. Cuando a esto
se suman otros factores de riesgo cardiovascular como hipertensión, tabaquismo,
diabetes, síndrome metabólico e inflamación crónica, predispone al individuo a
un inicio temprano de aterosclerosis.
En México las
dislipidemias más frecuentes son niveles bajos de C-HDL y la
hipertrigliceridemia.
La dislipidemia
generalmente se clasifica en:
- Dislipidemia primaria.
- Dislipidemia secundaria.
Se considera
como los niveles de normalidad:
- Colesterol
total menor de 200 mg/dl.
- Triglicéridos
menor de 150 mg/dl.
- C-HDL
de 40 a 60 mg/dl.
Las causas más
frecuentes de hipercolesterolemia primaria son:
- Hipercolesterolemia
familiar.
- Hiperlipidemia
familiar combinada.
hipercolesterolemia familiar
Es el trastorno
genético más frecuente asociado a enfermedad coronaria prematura, debido a
elevadas concentraciones de C-LDL desde el nacimiento.
El mecanismo de
transmisión en la hipercolesterolemia familiar es autosómico dominante. Las
mutaciones principales son en el gen del receptor LDL y menos frecuente por
mutación del gen de la apolipoproteína B.
Se debe
sospechar de hipercolesterolemia familiar con niveles de C-LDL mayor a 190
mg/dl, posterior a la exclusión de causas secundarias de elevación de C-LDL,
asociado a una historia familiar de altos niveles de colesterol.
Las causas secundarias
de
dislipidemias con hipercolesterolemia más importantes son:
- Diabetes
mellitus tipo 2.
- Consumo
excesivo de alcohol.
- Enfermedad
hepática colestásica.
- Síndrome
nefrótico.
- Enfermedad
renal crónica.
- Hipotiroidismo.
- Tabaquismo.
- Obesidad.
- Fármacos.
(Ver
Anexo 5.3, Cuadro 1 y 2).
La diabetes
mellitus está asociada a hipertrigliceridemia y disminución de las
concentraciones de C-HDL.
La dislipidemia
aterogénica se caracteriza por hipertrigliceridemia, C-HDL bajo, y presencia de
partículas pequeñas y densas de C-LDL.
La enfermedad
renal crónica, especialmente de grado leve o moderado, está aumentando
rápidamente en todo el mundo y se asocia a enfermedad cardiovascular,
independientemente de otros factores de riesgo.
Las enfermedades
autoinmunitarias, como artritis reumatoide, lupus
eritematoso sistémico, psoriasis y síndrome antifosfolípidos, se caracterizan
por tener mayor frecuencia de aterosclerosis y tasas de morbilidad y mortalidad
cardiovascular más elevadas respecto a la población general.
Los pacientes
infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)
suelen tener concentraciones bajas de colesterol
total, C-LDL y C-HDL y un aumento de los triglicéridos.
Asimismo el tratamiento antirretroviral de gran actividad
(TARGA) produce un aumento del C-LDL y de los
triglicéridos con predominio de partículas de C-LDL pequeñas y
densas, lo que duplica el riesgo de enfermedad coronaria con
respecto a los pacientes VIH negativos.
El síndrome
nefrótico condiciona elevación de los niveles plasmáticos de
colesterol, triglicéridos y apolipoproteína B, la magnitud de la hiperlipidemia
y alteración en el metabolismo de las lipoproteínas guarda relación directa con
la severidad de la proteinuria.
Las alteraciones descritas contribuyen al desarrollo y progresión de enfermedad cardiovascular y renal.
El hipotiroidismo
se
asocia en un 56% con hipercolesterolemia.
La evaluación
inicial del
paciente con dislipidemia incluye:
Historia
clínica y exploración física completas con búsqueda intencionada de:
Enfermedades
cardiovasculares asociadas a aterosclerosis.
Historia
familiar de muerte cardiovascular prematura, pancreatitis, hipertensión
arterial, diabetes, obesidad o dislipidemia.
Otros
factores de riesgo como tabaquismo, alcoholismo, hipertensión arterial,
diabetes mellitus, síndrome metabólico.
Consumo
de fármacos que alteren el perfil de lípidos.
Causas
secundarias de dislipidemias.
Evaluación
de dieta y actividad física.
En
la exploración física búsqueda intencionada de xantomas, soplos carotídeos,
disminución de los pulsos poplíteos, pedios, tibiales, anormalidades del fondo
de ojo, tensión arterial, índice de masa corporal, perímetro de cintura.
Se debe
sospechar de hipercolesterolemia familiar en las
siguientes condiciones:
Niveles
de C-LDL mayores de 190 mg/dl, posterior a la exclusión de causas secundarias
de elevación de C-LDL (véase adelante).
Presencia
de enfermedad coronaria prematura (hombre menor de 55 años y mujer menor de 65
años) en el caso índice y/o en familiar de primer grado.
Niveles
de C-LDL sin tratamiento, con una probabilidad de 80% de tener
hipercolesterolemia familiar:
250
mg/dl en adultos de 30 años o más.
220
mg/dl en adultos de 20 a 29 años.
190
mg/dl en menores de 20 años.
Presencia
de xantomas en el caso índice y/o en familiar de primer grado.
Historia
familiar de altos niveles de colesterol.
Los hallazgos
en la exploración física para sospechar hipercolesterolemia familiar son:
Xantomas
en tendones a cualquier edad (más común en Aquileo y extensor de los dedos,
menos frecuente patelar y tríceps).
Arco
corneal (menores de 45 años).
Xantomas
tuberosos (menores de 25 años).
Xantelasma
(menores de 25 años), si se presentan a menor edad mayor es la sospecha.
Sin embargo, la mayoría de los
pacientes no presentan datos clínicos.
El abordaje
diagnóstico depende de la severidad de la hipercolesterolemia. En casos con
colesterol mayor a 300 mg/dl (o C-No HDL mayor a 220 mg/dl), las etiologías más
comunes que deberán sospecharse son:
Hipercolesterolemia
familiar.
Hipotiroidismo.
Colestasis.
Síndrome
nefrótico.
Es poco
probable que otras hiperlipidemias primarias causantes de hipercolesterolemia
aislada causen concentraciones de colesterol de tal magnitud.
Concentraciones
de colesterol entre 200 y 300 mg/dl generalmente son causadas por el consumo
excesivo de grasas saturadas y/o colesterol, fármacos, obesidad y otras causas
secundarias como las descritas en el anexo 5.3,
Cuadro
1 y 2.
El consenso de
expertos de la Asociación Nacional de Lípidos de los Estados Unidos establece
realizar tamizaje para dislipidemia con perfil de lípidos que incluya
colesterol total, HDL, LDL y calcular el C- No HDL (Colesterol total -
colesterol HDL) en personas sin factores de riesgo a
partir de los 20 años.
Se recomienda
repetir cada 5 años la medición del perfil de lípidos en todo adulto en los que
la evaluación inicial sea normal si la condición del paciente permanece
estable.
En primer nivel
de atención se recomienda la determinación de niveles de triglicéridos y
colesterol total a manera de tamizaje a los mayores de 20 años sin factores de
riesgo cardiovascular asintomáticos y repetir cada 5 años en caso de ser
normales.
En caso de
mayores de 20 años asintomáticos con colesterol total mayor a 230 mg/dl o C-LDL
mayor a 190 mg/dl se deberá investigar y descartar una causa secundaria que
pudiera tratarse. En caso de hipercolesterolemia familiar, se deberá iniciar
tratamiento con estatinas.
Existen una
gran variedad de técnicas invasivas y no invasivas para medir la aterosclerosis
tanto en su condición clínica como subclínica; el objetivo de estas técnicas es
la medición de ciertos parámetros tales como diámetro luminal, estenosis,
grosor parietal del vaso, volumen de la placa, distribución específica y
localización de la placa aterosclerosa.
Los métodos
utilizados en la actualidad con este objetivo son:
Score de calcio evaluado en
tomografía.
Grosor de íntima-media carotídea evaluada con ultrasonido bidimensional.
Índice brazo tobillo para la
evaluación de aterosclerosis de miembros pélvicos.
La reducción
global en la mortalidad cardiovascular refleja el éxito de las estrategias de
prevención de los países desarrollados en los últimos 60 años. Las dos
estrategias de prevención cardiovascular son:
Estrategias
basadas en población.
Políticas de salud pública con el
objetivo de reducir la incidencia y mortalidad por enfermedad cardiovascular.
Estrategias
basadas en individuos. Enfocadas en disminuir la
probabilidad de eventos cardiovasculares futuros, a través del manejo apropiado
de los factores de riesgo modificables.
Las estrategias
de población e individuales para reducir la incidencia y mortalidad por
enfermedad cardiovascular requieren la medición de los factores de riesgo. Por
tanto, la evaluación del riesgo cardiovascular es
crítico y el paso inicial más relevante en el manejo del riesgo cardiovascular
en el escenario clínico.
La evaluación
de riesgo cardiovascular ha mostrado ser de utilidad a los médicos de primer
contacto para identificar a los pacientes que más se benefician de terapias de
prevención primaria.
La evaluación
se estima con el cálculo del riesgo absoluto global definida como la
probabilidad de sufrir un evento cardiovascular en un periodo de 10 años a
través de ponderar las variables consideradas como factores de riesgo.
La
implementación efectiva para detectar a estos pacientes en un escenario clínico
depende de la disponibilidad de una herramienta adecuada, por lo que idealmente
cada región geográfica debería validar o recalibrar alguna escala ya elaborada.
Con estos datos
se desarrolló una ecuación de riesgo cardiovascular recalibrada con otros
modelos como Framingham y SCORE que permitió establecer una adecuada
correlación de riesgo a 10 años para población mexicana, calificando como
riesgo alto la probabilidad de evento mayor al 10%. (Ver
Anexo 5.3, Cuadro 3A y 3B).
En individuos
mayores de 40 años con alguno de los siguientes factores, se recomienda
realizar una evaluación del riesgo cardiovascular o escala de riesgo:
Historia
de enfermedad cardiovascular a edad prematura (hombre menor de 55 años y mujer
menor de 65 años).
Hiperlipidemia
familiar.
Tabaquismo.
Hipertensión.
Diabetes
mellitus.
Concentraciones
de lípidos elevados.
En individuos
mayores de 40 años se recomienda realizar la evaluación sistemática del riesgo
cardiovascular mediante el instrumento “Globorisk”
ya
que ha sido validado en población mexicana (Ver Anexo 5.3, Cuadro 3A y 3B).
Se consideran de muy alto riesgo a los pacientes con alguno
de los siguientes puntos:
Enfermedad
cardiovascular establecida por medio de angiografía coronaria, estudio de
medicina nuclear, ecocardiograma de estrés, evidencia de ateromas carotídeos por ultrasonido vascular.
Antecedente
de infarto al miocardio.
Revascularización
coronaria (intervencionismo coronario percutáneo, cirugía de revascularización)
y cualquier otro procedimiento de revascularización
Evento
vascular cerebral tipo isquémico.
Diabetes
mellitus tipo 2 o diabetes tipo 1 con daño a órgano blanco (microalbuminuria).
Pacientes
con disminución moderada a severa de la tasa de filtración glomerular (<
60 ml/min/1.73 m2).
Un
riesgo calculado en Globorisk mayor de 10% a 10 años.
Los pacientes de alto riesgo presentan alguno de los
siguientes puntos:
Riesgo
entre 5-10% a 10 años por Globorisk.
Factores
de riesgo marcadamente elevados como hipertensión en descontrol (presión
arterial ≥180/110
mmHg) o dislipidemia con descontrol importante (colesterol total mayor de 310
mg/dl) o con dislipidemia familiar primaria.
Se considera pacientes en riesgo moderado:
Riesgo
entre 1-5% a 10 años por Globorisk.
El grupo de
pacientes en riesgo moderado es el más susceptible a sesgo de clasificación con
las diferentes escalas establecidas, por lo que se recomienda la
complementación individualizada con algunos otros factores de riesgo como son:
Historia
familiar de enfermedad cardiovascular prematura.
Obesidad
abdominal (circunferencia de cintura en hombre ≥
94 cm y en mujer ≥ 80
cm).
Sedentarismo.
Presencia
de enfermedad crónica inflamatoria (Ejemplo artritis reumatoide, lupus
eritematoso y psoriasis).
Se considera pacientes en riesgo bajo:
Riesgo
<
al 1% a 10 años por Globorisk
Se entiende
como prevención
primaria al conjunto de actividades realizadas por el personal de
salud, por la comunidad o los gobiernos para impedir o retrasar la aparición de
determinada condición. La promoción de la salud y la educación para la salud
son ejemplos para la prevención primaria.
Se entiende
como prevención
secundaria a las intervenciones realizadas en los pacientes con
enfermedad cardiovascular conocida (infarto del miocardio, angina,
revascularización coronaria) y en aquellos con condiciones de alto riesgo como
enfermedad vascular cerebral, enfermedad arterial periférica o enfermedad renal
crónica.
Tiene el
objetivo de evitar la recurrencia o exacerbaciones de una enfermedad o
complicación con el uso de una terapia específica. Se reconoce que ésta ofrece
una mayor ganancia en salud y en costo/efectividad.
El tratamiento
no farmacológico debe incluir la educación en estilo de vida saludable, la
promoción de actividad física, el manejo del estrés, evitar el tabaquismo y la
orientación en la disminución de factores de riesgo psicosocial.
En individuos
de muy alto riesgo cardiovascular, se recomienda la intervención multidisciplinaria
(nutrición, enfermería, psicología), con el fin de integrar los recursos
médicos con la educación en estilo de vida saludable, actividad física, manejo
del estrés y orientación sobre factores de riesgo psicosocial.
La actividad
física se clasifica en:
1. Leve:
Caminar
a una velocidad menor de 4.7 km/h, actividades domésticas ligeras, que incremente
la frecuencia cardíaca máxima (FCM) en 50-63%.
2. Moderada:
Caminar
a velocidad de 4.8 – 6.5 km/h, bicicleta a 15 km/h, actividades como golf, cortar
el pasto, bailar, gimnasia acuática y que incrementan la FCM en 64 – 76%.
3. Intensa:
Correr,
maratón, bicicleta a > 15 km/h, jardinería pesada (excavación continua),
natación, tenis y se alcanza una FCM en 77 – 93%.
En adultos
sanos, se recomienda realizar al menos 150 minutos de ejercicio de intensidad
moderada o 75 minutos de ejercicio aeróbico intenso a la semana.
Se recomienda
realizar una evaluación y asesoría periódica de la actividad física realizada y
en caso necesario, incrementar la intensidad o la frecuencia.
En pacientes de
bajo riesgo se recomienda prescribir actividad física de acuerdo a edad y
capacidad.
En personas
sedentarias con factores de riesgo cardiovascular que pretendan practicar
ejercicio de alta intensidad requerirán una evaluación clínica.
Se recomienda
identificar a los fumadores y aconsejar en múltiples ocasiones el suspender el
tabaquismo, asimismo ofrecer apoyo al paciente.
Se deberá
fomentar la suspensión del hábito tabáquico y de productos herbolarios, ya que
son causa independiente de enfermedad cardiovascular. Asimismo, se recomienda
evitar el tabaquismo pasivo.
En pacientes
con obesidad o sobrepeso se recomienda disminuir el peso, para mejorar la
presión arterial, dislipidemia y disminuir el riesgo de desarrollar diabetes.
Se recomienda
una dieta saludable como la piedra angular de la prevención de enfermedad
cardiovascular en todas las personas.
Las
características de una dieta saludable son:
1. Ácidos
grasos saturados en menos del 10% de la ingesta total de energía, remplazar por
ácidos grasos poliinsaturados.
2. Ácidos
grasos trans e insaturados: tan poco como sea posible, preferiblemente ingesta
de alimentos no procesados, y menos del 1% de la ingesta total.
3. Menos de 5
gramos de sal por día.
4. 30-45 gramos
de fibra al día, preferiblemente de productos integrales.
5. 200 gramos o
más de fruta por día (2 – 3 porciones).
6. 200 gramos o
más de verduras al día (2 – 3 porciones).
7. Pescado 1-2
veces por semana.
8. 30 gramos de
nueces sin sal al día.
9. Consumo de
bebidas alcohólicas debe limitarse a 20 gramos por día para los hombres y 10
gramos por día para las mujeres.
10. Consumo de
bebidas alcohólicas y bebidas endulzadas con azúcar deben desalentarse.
Debido al
incremento en el C-LDL, se recomienda reducir el consumo de:
1. Grasas
trans. Como margarina, manteca vegetal, comida rápida, productos
industrializados, fritos u horneados, como pan, botanas, pasteles, galletas,
dulces.
2. Grasas
saturadas. Como carnes rojas, embutidos, mantequilla, aceite de coco, crema,
leche y queso.
Se debe
recomendar la sustitución de grasas saturadas por grasas insaturadas (Omega 3 y
6) en la dieta, ya que contribuye a mejorar los niveles normales de colesterol
sérico.
En pacientes
con enfermedad cardiovascular y síntomas de ansiedad y estrés, se recomiendan
intervenciones multidisciplinarias que incluya la educación para la salud,
ejercicio físico y terapia psicológica, con el fin de mejorar la salud
psicosocial.
En cada
consulta se deberá fomentar el control de los factores de riesgo cardiovascular
y llegar a las metas establecidas de los comórbidos y niveles de lípidos (Ver
Anexo
5.3, Cuadro 4).
La meta en
hipercolesterolemia aislada, es la reducción de CLDL.
La reducción de
40mg/dl de LDL se asocia a una reducción del 22% en la morbimortalidad
cardiovascular.
Las diversas
estrategias de tratamiento para hipercolesterolemia disponible en la actualidad
son:
Inhibidores de la HMG CoA reductasa
(estatinas).
Inhibidores de la absorción del
colesterol (ezetimiba).
Secuestradores de Ácidos Biliares.
Inhibidores de la “Proproteina
Convertasa Subtilisina/Kexina tipo 9” (PCSK-9).
Las estatinas
reducen la síntesis de colesterol a nivel hepático por inhibición competitiva
de la enzima Hidroximetil- glutaril coenzima A (HMG-CoA) reductasa. La
reducción de las concentraciones a nivel intracelular de colesterol induce la
expresión del receptor LDL en la superficie del hepatocito, lo que resulta en
disminución de las concentraciones del C-LDL circulante, apolipoproteina B (Apo
B), incluyendo partículas de triglicéridos.
Los efectos de
las estatinas incluyen:
Disminución del C-LDL y por lo tanto
la reducción de la morbilidad y mortalidad cardiovascular.
Disminución de la progresión de
aterosclerosis coronaria.
Utilidad en prevención primaria y
secundaria.
Las estatinas
se clasifican con base a la capacidad de reducción del C-LDL en:
1. Alta
intensidad: reducción del C-LDL mayor a 50%.
Rosuvastatina 40 mg/día.
Atorvastatina 40-80 mg/día.
2. Moderada
intensidad: reducción del C-LDL de 30– 50%.
Atorvastatina 10-20 mg/día.
Rosuvastatina 5-20 mg/día.
Simvastatina 20-80 mg/día.
Pravastatina 40-80 mg/día.
Lovastatina 40 mg/día.
Pitavastatina 2-4 mg/día.
3. Baja
intensidad: reducción C-LDL menor de 30%.
Simvastatina 10 mg/día.
Pravastatina 10-20 mg/día.
Lovastatina 20 mg/día.
Fluvastatina 20-40 mg/día.
Se deberá guiar
la intensidad del tratamiento para reducir el colesterol LDL, según el riesgo
cardiovascular total que se establezca con las escalas de riesgo
cardiovascular.
En prevención
primaria la terapia con estatinas se debe establecer con base en el cálculo de
riesgo establecido en la escala de riesgo cardiovascular (por ej. Globorisk).
Se recomienda
agregar ezetimiba a la terapia con estatinas en aquellos pacientes que no han
alcanzado la meta de prevención con dosis máxima tolerada o que se encuentren
en la dosis máxima recomendada.
El tratamiento
con fármacos distintos a estatinas como ezetimiba, no debe ser utilizado como
monoterapia, a excepción de los pacientes intolerantes a estatinas, ya que su
potencia para reducir el C-LDL es baja.
Se recomienda a
los secuestradores de ácidos biliares como agente no-estatina de segunda línea,
en pacientes con intolerancia a ezetimiba y con niveles de triglicéridos
menores de 300 mg/dl.
Los
secuestradores de ácidos biliares no se recomiendan de rutina, para el
tratamiento de la reducción de riesgo cardiovascular.
El uso de
fibratos y niacina no se recomienda como monoterapia para prevención secundaria
y manejo de hipercolesterolemia.
En pacientes
con hipercolesterolemia familiar se recomienda estratificar el riesgo
cardiovascular.
1. Riesgo muy
alto. Con enfermedad coronaria o diabetes mellitus 2.
2. Riesgo alto.
Con al menos 1 factor de riesgo cardiovascular.
En pacientes
con hipercolesterolemia familiar se recomiendan las siguientes metas de acuerdo
a riesgo cardiovascular:
Muy alto: C-LDL <70
mg/dl.
Alto: C-LDL <100
mg/dl.
Sin otro factor de riesgo: C-LDL <130
mg/dl.
En pacientes
con hipercolesterolemia familiar deberán ser tratados con terapia nutricional y
estatinas de alta intensidad al momento del diagnóstico.
En pacientes
mayores de 21 años con C-LDL ≥190 mg/dl deben ser tratados con
estatina de alta intensidad o la dosis máxima tolerada (no se requiere aplicar
escala de riesgo).
Se recomienda
la adición de ezetimiba y/o colestiramina en caso de no alcanzar la meta
terapéutica en pacientes con hipercolesterolemia familiar.
Los pacientes
que obtienen un mayor beneficio con el uso de estatinas son aquellos con:
Enfermedad cardiovascular
establecida.
Elevación de C-LDL ≥
190
mg/dl.
Diabetes mellitus de 40 a 75 años
con niveles de CLDL elevado y alto o muy alto riesgo cardiovascular.
Sin diabetes de 40-75 años pero con
alto y muy alto riesgo.
(Ver
algoritmo 1, manejo de hipercolesterolemia en prevención primaria).
En adultos de
40 – 75 años sin diabetes, se recomienda iniciar
tratamiento según los niveles de C-LDL:
Entre 100 – 189 mg/dl, y muy alto
riesgo (>10%)
se recomienda estatina de alta intensidad.
Entre 155 – 189 mg/dl, con alto
riesgo (5 – 10%) se recomienda estatina de alta intensidad.
Mayor de 190 mg/dl, con riesgo
moderado (1 – 5%) se recomienda estatina de moderada intensidad.
En pacientes menores de 40 años con diabetes mellitus en presencia de complicaciones microvasculares o múltiples factores de riesgo cardiovascular, se recomienda el uso de estatina de moderada a alta intensidad.
En pacientes de
40-75 años con diabetes mellitus sin factores de
riesgo cardiovascular, se recomienda el uso de estatina
de intensidad moderada.
En pacientes de
40-75 años con diabetes mellitus con factores de
riesgo cardiovascular, se recomienda el uso de estatina
de alta intensidad.
En pacientes
mayores de 75 años con diabetes mellitus sin factores de riesgo cardiovascular,
se debe considerar el uso de estatinas de moderada intensidad.
En pacientes
mayores de 75 años con diabetes mellitus con factores de riesgo cardiovascular,
se debe considerar el uso de estatinas de alta intensidad.
Se recomienda
la terapia de adición con fibrato en pacientes con triglicéridos mayor o igual
a 204 mg/dl y con C-HDL menor de 35 de mg/dl.
En la práctica
clínica, se deberá ajustar la intensidad de la estatina con base en la
respuesta individual del paciente (efectos secundarios, tolerancia, niveles de
C-LDL).
En pacientes
con diabetes mellitus la meta en prevención primaria del C-LDL debe ser menor a
100 mg/dl.
El C-No HDL es
una meta alternativa que no requiere ayuno y se considera objetivo terapéutico
menor a 130 mg/dl (Con HDL, se calcula: Colesterol total – C-HDL).
En pacientes en
riesgo moderado la meta en prevención primaria del C-LDL debe ser <115
mg/dl y de C-No HDL <145 mg/dl.
A los pacientes
con riesgo moderado que no alcancen la meta establecida con cambio en estilo de
vida y o presenten otros factores de riesgo no modificables como historia
cardiovascular prematura en familiares de primer grado y enfermedades crónicas
inflamatorias se deberá individualizar el tratamiento con estatinas.
Se consideran
pacientes de muy alto riesgo cardiovascular a todos aquellos que requieran de
prevención secundaria y por lo tanto de requerir manejo con estatinas de alta
intensidad. (Ver Algoritmo 2, manejo de hipercolesterolemia en
prevención secundaria).
La terapia con
estatinas de alta intensidad debe ser usada como primera línea de tratamiento
en menores de 75 años con alto riesgo cardiovascular.
En pacientes
con muy alto riesgo cardiovascular, la meta de C-LDL deberá ser menor a 70mg/dl
y de C-No HDL menor a 100mg/dl
En pacientes
con triglicéridos mayor de 200 mg/dl, el C-No HDL se considera un objetivo de
tratamiento.
En el adulto
mayor de 80 años se recomienda valorar el uso de estatinas por el riesgo de
eventos adversos. La prescripción de estatina deberá ser de baja a moderada
intensidad, siempre y cuando se contemple el estado funcional, grado de
fragilidad, sarcopenia y el riesgo de caídas, además de vigilar los efectos
adversos y las interacciones farmacológicas.
El espectro de
eventos adversos musculares asociados a estatina incluye:
Mialgia.
Miopatía.
Miositis.
Mionecrosis.
Mionecrosis con mioglobinuria o
lesión renal aguda.
Las
características que predisponen a efectos adversos con estatinas son:
Comorbilidades múltiples o
complejas, incluyendo la insuficiencia renal o hepática.
Historia de intolerancia previa a
estatinas o patología muscular.
Elevación inexplicable de ALT mayor
a 3 veces su valor basal.
Uso concomitante de fármacos que
alteren el metabolismo de las estatinas.
Mayores de 75 años.
Historia de evento vascular cerebral
hemorrágico.
Descendientes de asiáticos.
En sujetos con
mialgias pero sin elevación de creatininfosfoquinasa (CPK) o intolerancia, se
puede establecer la dosis bajo “ensayo y error” con diferentes estrategias:
Iniciar estatinas de baja potencia a
dosis bajas.
Cambiar de estatina.
Utilizar dosis en diferentes días de
la semana con gradual incremento.
(Ver algoritmo
3,
manejo de los síntomas musculares por uso de estatinas).
En pacientes
que no toleran la dosis diaria más baja de múltiples estatinas se recomienda
administrar una estatina de vida media larga (atorvastatina, rosuvastatina),
2-3 veces por semana o una vez a la semana.
No se
recomienda realizar la medición de CPK de manera rutinaria.
En pacientes
con uso de estatinas, solo se recomienda realizar la medición de CPK en las
siguientes condiciones:
Ante la presencia de síntomas
musculares como dolor, calambres, debilidad o fatiga.
Individuos con riesgo aumentado de
eventos adversos musculares.
Historia personal o familiar de
intolerancia a estatina.
Enfermedad muscular conocida.
Uso de fármacos asociado a miopatía
(esteroides, zidovudina, colchicina, cloroquina, otros).
El incremento
de enzimas hepáticas es un hallazgo ocasional, que es reversible en el paciente
que utiliza estatinas, por lo que no se recomienda la medición de enzimas hepáticas
de rutina.
No se
recomienda el uso de estatinas en pacientes con falla hepática aguda o cirrosis
descompensada.
En pacientes
con enfermedad renal crónica se recomienda:
Atorvastatina y fluvastatina no
requieren ajuste, ya que su excreción renal es mínima
Reducir la dosis al 50% de
simvastatina y lovastatina, si la tasa de filtración glomerular (TFG) es menor
de 30 ml/min
Pravastatina no requiere ajuste
Iniciar rosuvastatina con 5 mg, dosis
máxima 10 mg, en pacientes con una TFG menor de 30ml/min, no en diálisis.
Pitavastatina se debe iniciar 1mg,
máximo 2mg/día, en pacientes con una TFG de 30-50ml/min, 15- 29ml/min y en
hemodiálisis.
Se debe tener
precaución en el uso de estatinas en pacientes con VIH bajo tratamiento con
inhibidores de la proteasa e inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa
reversa.
En pacientes
con VIH se recomienda usar fluvastatina, pitavastatina y pravastatina sobre
lovastatina y simvastatina. Atorvastatina y rosuvastatina deben ser usadas con
precaución.
Se recomienda
realizar un perfil de lípidos a las 12 semanas, posterior al inicio de la
terapia de estatina o al ajuste de dosis para determinar la adherencia del
paciente y posterior a eso cada 6 a 12 meses.
Se recomienda
disminuir la dosis de estatina con 2 valores consecutivos de C-LDL menores de
40mg/dl.
Se recomienda
agregar ezetimiba 10mg al día, si a pesar de ajustar la dosis de estatina no se
han alcanzado los objetivos de reducción en C-LDL.
En la práctica
clínica, los pacientes con riesgo cardiovascular de moderado a alto o con
enfermedad cardiovascular preexistente, no se recomienda modificar la terapia
con estatinas, ya que el riesgo de desarrollar diabetes es bajo comparado con
la disminución de los eventos coronarios.
Se deberá
enviar de primer nivel a segundo a pacientes con hipercolesterolemia familiar
que no lleguen a las metas terapéuticas a pesar de otorgar tratamiento a dosis
máxima y de verificar que las medidas no farmacológicas se lleven a cabo.
Se deberá de
referir de primer a segundo nivel a aquellos pacientes que presenten síntomas
graves por el uso de estatinas (miopatía o elevación de enzimas hepáticas mayor
a 3 veces su valor normal).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario