REFLUJO VESICOURETERAL
El RVU es un motivo de consulta
frecuente por pediatria general, nefrología pediátrica, y en servicios de
cirugía pediátrica o urología pediátrica.
En el mundo alrededor de 1-2%
de todos los niños tienen reflujo vesicoureteral (RVU) (2). Ocurre en el 25-40%
de los niños con pielonefritis aguda (3). En los recién nacidos la incidencia
de RVU es mayor en los niños que en las niñas, pero en todas las demás edades
la relación femenina: masculino es de 4-6: 1. La incidencia de hidronefrosis
secundaria a RVU diagnosticada prenatalmente varia del 17 al 37% (3,4).
En México 1% de todos los niños
tienen reflujo vesicoureteral (RVU).
El diagnóstico del RVU parte de
diferentes escenarios clinicos. Puede basarse en los hallazgos de los
ultrasonidos prenatales que se realizan en la mayoría de las mujeres
embarazadas en nuestro medio habitual, o en el estudio sistematizado de
pacientes que son diagnosticados de ITU o disfunción vesical. También puede
llegarse al diagnóstico a partir de la existencia de antecedentes familiares de
RVU y en el estudio de niños con otras malformaciones congénitas.
El Reflujo Vesicoureteral (RVU)
se define como el flujo anormal (no fisiológico) de orina de la vejiga hacia el
uréter o hacia la pelvis y cálices renales.
En 1985, el Comité
Internacional para el Estudio del Reflujo (International Reflux Study
Committee) introdujo un sistema uniforme de clasificación para el reflujo
vesicoureteral el cual es el estándar actual a nivel mundial.
Grados de reflujo:
I. El reflujo solo alcanza el ureter, sin dilatarlo. II. El reflujo alcanza el ureter, la pelvis y los cálices renales, sin dilatarlos.
III. El reflujo produce una ligera dilatación del uréter, la pelvis y los cálices renales, con preservación de los fórnix.
IV. Moderada dilatación uretero-pielo-caliciliar con cierto grado de tortuosidad manteniendo la visualización de las impresiones papilares.
V. Gran dilatación
uretero-pielo-caliciliar con tortuosidad grave, con pérdida de la morfología
caliciliar normal y de la visualización de las impresiones papilares.
Los pacientes con RVU primario
congénito y sospecha de displasia renal asociada deben recibir estricta
vigilancia, ya que parecen presentar más complicaciones a largo plazo
En el lactante con RVU primario
no es necesario investigar la existencia de una disfunción vesical de forma
rutinaria, ya que su demostración, en la actualidad, no cambia nuestra
actitud terapéutica y de seguimiento en estos pacientes
En el niño mayor con RVU
primario no podemos hacer ningún tipo de recomendación E con respecto a la
disfunción vesical que se asocia en muchos casos, ya que no se dispone de
estudios que hayan evaluado el significado de la misma dentro de la historia
natural del RVU
ΕΙ embarazo no debe ser un
factor determinante a la hora de decidir el tratamiento del RVU asociado a
cicatrices si no hay ITU ni PN
En las mujeres embarazadas con
nefropatia grave, con o sin reflujo, deben realizarse controles periódicos para
la detección precoz de bacteriuria y complicaciones (HTA, eclampsia,
preeclampsia, deterioro de la función renal, parto instrumental, parto
prematuro, bajo peso al nacer y pérdida fetal)
Se recomienda la realización de
gammagrafía renal con ácido dimercaptosuccinico marcado con Tc99m (DMSA) para
el diagnóstico de cicatrices renales.
Se recomienda el control
periódico de la TA en los niños con nefropatía del RVU especialmente en
aquellos con nefropatía bilateral o grave
Los pacientes con RVU primario
congénito y sospecha de displasia renal asociada deben recibir estricta
vigilancia, ya que parecen presentar más complicaciones a largo plazo.
En los niños menores de un año
de edad con RVU grave y NR se recomienda la determinación de creatinina
plasmática, ya que cuando es superior a 0,6 mg/dl puede constituir un indicador
de progresión a IRC
En los niños con RVU grave y NR
se recomienda la valoración del nivel inicial del aclaramiento de creatinina y
proteinuria, ya que, cuando los valores de CICr son inferiores a 40ml/m/1,73 m2
y el cociente proteinuria/creatinina urinaria mayor a 0,8, constituyen
marcadores de riesgo de progresión a IRT.
El tratamiento
observacional/conservador debe considerarse el modelo terapéutico de elección
inicial, ya que el tratamiento quirúrgico no ofrece beneficios adicionales
destacables.
Los niños con RVU deben de
recibir adecuada hidratación, corrección del estreñimiento y estimulación de
hábitos miccionales correctos, para disminuir la recurrencia de las infecciones
de orina e incluso evitar el RVU o disfunción miccional.
En los niños con RVU primario grados I-III no se recomienda de forma generalizada la profilaxis antibiótica.
El tratamiento de cada niño debe de ser individualizado en función del patrón miccional y se recomienda realizar un tratamiento conductual y/o farmacológico
Se recomienda cambiar la
elección terapeutica inicial en los casos de ITU recurrentes febriles
Ante el fracaso del tratamiento
inicial, debe ofrecerse información exhaustiva sobre las opciones terapeuticas
a los pacientes y a sus padres, abundando en la posibilidad de la resolución
espontánea del RVU y del alto porcentaje de resolución del RVU mediante
tratamiento endoscópico. Además, debería explicarse que la resolución del
reflujo no influye en la aparición del daño renal con complicaciones graves
No se recomienda realizar
estudio urodinámico como exploración inicial en todos los casos de RVU.
Se deben realizar estudios
urodinámicos a aquellos pacientes con RVU en los que se detecten anomalías
vesicales o miccionales funcionales en la anamnesis o en el estudio ecográfico
o cistográfico, y en algunos casos en los que fracase el tratamiento
quirúrgico.
Cuando está indicado el
tratamiento quirúrgico, se recomienda la técnica endoscópica como primera
opción terapéutica.
En la técnica endoscópica es
indiferente el tipo de sustancia a inyectar, entre las diferentes que existen
en el mercado, respecto a la resolución del RVU o la aparición de complicaciones.
En niños menores de dos años de
edad, entre los síntomas clínicos más importantes que debemos dar a conocer a
los padres, figuran la existencia de fiebre por encima de 38.5° (toma axilar)
sin otros signos de enfermedad o la observación de llanto en el momento de la
micción. En niños mayores de dos años de edad, debemos enseñarles a reconocer
la existencia de signos miccionales anormales.
Los padres y cuidadores deberán
recibir instrucciones sobre la manera de recoger adecuadamente las muestras de
orina para urocultivo y sedimento urinario
Dado que la bacteriuria
asintomática no produce daño renal en niños con RVU y bacteriuria asintomática,
tanto con profilaxis como sin ella, no se recomienda el tratamiento antibiótico.
En niños con RVU asintomáticos
no es recomendable realizar urocultivos de control
Aunque no se ha encontrado
ninguna evidencia sobre el efecto beneficioso de la circuncisión o intervención
sobre fimosis en niños con RVU primario, en aquellos lactantes con RVU >
grado III e ITU febriles de repetición asociados a fimosis, debería valorarse
individualmente el tratamiento de la misma.
En niños con RVU primario de
grado y evolución sin complicaciones no se recomienda realizar controles
cistográficos.
En niños con RVU primario de
grados II-III en tratamiento conservador sin profilaxis antibiótica y evolución
sin complicaciones se recomienda espaciar el estudio cistográfico y realizarlo
cada 2-3 años.
La corrección de RVU mediante
cirugía abierta es segura y eficaz y no precisa controles de cistografia, salvo
dilatación ureteral preoperatoria, grado IV-V de RVU ITU febril postoperatoria.
La corrección mediante cirugía
endoscópica es menos eficaz, sobre todo para RVU grado IV y V, por lo que se
recomienda la realización de cistografía después de la inyección subureteral
endoscópica, para comprobar la eficacia del tratamiento.
El control de RVU puede hacerse
con cistografía isotópica directa (CID) o ecocistografía como alternativa a la
CUMS.
Se recomienda la CID por su
menor radiación respecto a la CUMS, menor dependencia de equipo técnico y del
observador y menor coste que la EC (Ecocistograia)
En niños con RVU primario de
grados IV-V en tratamiento conservador con profilaxis y sin complicaciones se recomienda
un estudio cistográfico cada año por la posibilidad de retirar la profilaxis.
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